Lola Ramírez
Está eufórico y no lo disimula. En realidad, este bailarín nacido en Madrid y lanzado a la fama en Nueva York, nunca le ha puesto mala cara a la vida. Ahora que la compañía y la fundación han podido regresar a Barcelona, su ciudad de origen, no acaba de creérselo.
La compañía que dirige Ángel Corella ha pasado a denominarse “Barcelona Ballet”. ¿Qué significa?
Significa todo, es un sueño hecho realidad. Significa la unión de un gran proyecto de cultura, significa tener por primera vez una compañía de danza clásica en España, con unos bailarines excepcionales, unida a una de las ciudades más importantes de España. Significa un antes y un después del mundo de la danza en España.
¿En qué medida está colaborando la Administración catalana con el Barcelona Ballet?
Tenemos diferentes apoyos. Hay un acuerdo con la Diputación y existe el apoyo total por parte del Ayuntamiento. No sólo a nivel artístico y personal, sino también en especies, por ejemplo, abriéndonos camino en los diferentes teatros y festivales, encontrándonos en un futuro una sede para la compañía, posibilitándonos el llevar a cabo proyectos educativos, etc. En estos momentos, el Ayuntamiento no está muy fuerte económicamente por el tema de la crisis, pero no es cuestión de poner la mano y pedir indiscriminadamente. Nosotros vamos a trabajar muy duro para conseguir esa subvención, como ya lo estamos haciendo ahora. Hemos sobrevivido y vamos a sobrevivir en el futuro gracias a la cantidad de gente que viene a ver nuestros espectáculos.
¿Cómo fue la experiencia en el Liceo con el Lago de los cisnes?
Un éxito increíble, la gente de pie, aplaudiendo y chillando. En el Liceo nos dijeron que hacía años que no veían algo igual; las entradas se agotaron todos los días. Fue un éxito tremendo y se constató lo que llevo diciendo hace muchos años: la danza clásica bien hecha no pasa de moda, gusta al público. La gente la quiere y acude a verla.
Se comenta que a algunas compañías catalanas no les hace mucha ilusión que el Corella Ballet se haya convertido en el Barcelona Ballet.
A mí esto es algo que me entristece bastante. Yo siempre he apoyado a todas las compañías, e incluso en momentos en los que se les iba a quitar subvención a algunas, como la de David Campos, he escrito comunicados para pedir que no se les retirase; siempre apoyo a todos los compañeros. No sé muy bien cuál es el motivo de ese rechazo pero, humildemente tengo que decir que, hasta el momento, no ha habido en España ninguna compañía de nuestras características. Nuestra compañía no es una compañía de autor, como la gran mayoría de las compañías que existen. Nos llamábamos Corella Ballet, pero siempre hemos traído obras de coreógrafos de todo el mundo y hemos hecho ballets completos como La Bayadera o el Lago de los cisnes, producciones que son muy costosas y que no se han visto por ninguna otra compañía aquí en España. No entiendo muy bien el rechazo.
Miedo, quizás…
Infundado. Estas compañías van a coger más importancia con este proyecto hecho realidad. Todo el mundo está contentísimo porque la compañía ha vuelto a Barcelona y yo creo que esto va a hacer que la gente vaya a ver a Cesc Gelabert, a David Campos y a todas estas compañías que hay ahora mismo en Barcelona y que están haciendo una grandísima labor.
¿Qué hay de la creación de una escuela Corella en Figueres?
El alcalde de Figueres, Santi Vila, está trabajando mucho en ese sentido, es una de las personas que está apoyando más el proyecto, tanto para que se viniese la escuela para Figueres, como para que la compañía estuviese en Barcelona. Ha sido una de las personas que más ha contribuido a que el proyecto esté donde está y está haciendo una gran labor para sacar a concurso los terrenos para edificar la escuela. Yo creo que en 2013 esto será una realidad.
¿Cómo sobrevive una compañía como la tuya en momentos de crisis tan profunda?
Con mucha imaginación y mucho trabajo por parte de equipo que formamos. Todo el mundo hace diferentes funciones, en ocasiones funciones que no son las que a uno le corresponden, pero esto ha creado mayor unión entre todos. Ha sido muy duro arrancar en una época de crisis tan fuerte y ahora lo que tratamos es de inventar las formas y de hacer los espectáculos de manera que atraigan más público. También nos movemos con instituciones privadas y patrocinios. Al margen de lo de Figueres, vamos a abrir una escuela de danza en Barcelona para todos los públicos, para que gente de todas las edades, no sólo profesionales, pueda aprender danza clásica. Eso también va a ser un refuerzo para la compañía bastante importante.
¿Qué proyectos inmediatos tienes?
Nos vamos a ir a Nueva York con un programa nuevo, de Ángel Rojas y Carlos Rodríguez, los directores del nuevo Ballet Español. Les gustó mucho el paso a dos de Soleá, que creó María Pagés para Carmen y para mí, y están haciendo algo similar, pero para toda la compañía. Está ya casi terminado y va a ser algo espectacular, porque están mezclando danzas de raíz flamenca con danzas de otras comunidades españolas, incluidas muñeiras y la sardana. Yo creo que va a ser una pieza totalmente inusual, no sólo para ver en Estados Unidos sino por toda España.
Aunque en general la crítica pondera mucho los espectáculos de tu compañía, también has recibido críticas demoledoras. ¿Cómo lo encajas?
Hombre, admito que uno no le puede gustar a todo el mundo, es prácticamente imposible. Yo trato de hacer un análisis y ver si ha habido algún error por mi parte; también me fijó de dónde viene la crítica y qué intenciones tiene. La envidia es el deporte nacional y muchas veces la persona que está haciendo la crítica no está siendo honesta. Cuando ves a un bailarín haciendo piruetas perfectas, saltando hasta el techo con una flexibilidad impresionante y con una forma de interpretar maravillosa, eso es obvio y al público no le puedes engañar. Muchas veces yo creo que se ponen en evidencia ellos mismos, pero aún así siempre hay que buscar la parte positiva y entender que uno no le puede gustar a todo el mundo. Incluso no sólo no gustarle como bailarín sino también como persona.
Ángel, tu tenías tu casa montada en Segovia, creo que una casa muy bonita y en la que te sentías muy feliz. ¿Cómo es tu situación ahora en Barcelona?
Vendí mi casa segoviana hace casi un año y ya he encontrado un piso aquí en Barcelona, cerca del mar. Es un lugar maravilloso, un espacio bastante amplio con un pequeño jardín para los perros. Con la crisis el sector inmobiliario ha bajado los precios y en ese sentido he tenido bastante suerte. Barcelona siempre ha sido una ciudad muy atractiva para mí. Segovia es un lugar muy tranquilo para vivir y paradisíaco para una persona que quiera relajarse pero, para mí, Barcelona siempre ha sido una de las ciudades, por no decir la ciudad, más impresionante, más cómoda y más completa que he conocido hasta el momento. Siempre había querido volver, porque mis padres vivieron aquí durante ocho años y, cada vez que los visitaba cuando venía de Estados Unidos, me sentía realmente en mi casa, aunque yo soy de Madrid.
¿Vas en bici por Barcelona?
De momento no, de momento voy andando a todas partes, que me viene bien, a los bailarines nos viene muy bien caminar. Además, todo lo tengo muy cerca de mi casa.
¿Veremos al Barcelona Ballet en Madrid?
Eso espero. Madrid es la ciudad donde he nacido y siempre me han querido muchísimo. Todas las veces que he bailado allí hemos recibido una acogida fantástica, lo que pasa es que, de alguna forma, parece que al ser de Madrid nos lo ponen más difícil. Es más complicado actuar en mi propia ciudad que en otras ciudades de España. Pero bueno, seguiremos intentando que tanto el Liceo como el Real nos vean como compañías posibles, que pueden tener una temporada aquí y allí.