Este viernes se estrena en Madrid la última película de Fernando Trueba, El baile de la Victoria. La bailarina chilena, Miranda Bodenhöfer interpreta a una huérfana que se ha quedado muda tras una trágica experiencia y sólo sabe comunicarse a través de la danza.
La bailarina durante la presentación de El baile de la Victoria |
Lola Ramírez
Fernando Trueba cuando leyó la novela de Antonio Skármeta tenía muy claro que Vergara Grey, un maestro de la delincuencia que acababa de salir de la cárcel, tenía que ser Ricardo Darín y, Victoria Ponce, la bailarina que va a poner una chispa de magia en las vidas de Grey y Ángel Santiago (Abel Ayala), tenía que ser una bailarina de verdad.
Miranda Bodenhöfer tenía 16 años cuando Fernando Trueba la descubrió en una clase del Ballet de Santiago. Se fijó enseguida en ella y pensó que en aquella chica menuda y esbelta había encontrado a su Victoria. Pero no fue hasta dos años después, tras muchos castings con diversas bailarinas, cuando regresó al Teatro Municipal de Chile buscando a Miranda Bodenhöfer.
¿Qué supuso para ti que Fernando Trueba te eligiera para su película?
Pues como lo cuenta Fernando fue como un regalo, algo que llegó a mi vida sin esperarlo, que vino a mí y lo tomé así. Yo no había hecho nada de cine y desde chica estaba muy metida en el mundo del ballet.
Miranda Bodenhöfer nació en el seno de una familia chilena con mucha inclinación hacia el mundo artístico. Su padre es un gran compositor y su madre y su hermana artistas. "Mi mamá desde niñas nos aficionó a la danza y a asistir a espectáculos que tuvieran relación con el arte. Somos tres hermanas y las tres empezamos a hacer danza desde muy chicas.
El baile de la Victoria es tu primera experiencia como actriz. ¿Crees que esto va a cambiar algo en tu profesión de bailarina?
No lo sé. Mi vocación por la danza sigue; lo que pasa es que me fascinó actuar. Yo creo que es un complemento a la danza.
Háblanos un poco de ti
Estoy trabajando con el Ballet de Santiago que es la compañía estable de Chile, y trabajo en el mismo teatro que aparece en la película. Además, Marcia Haydée, que en la película es mi profesora de danza, en la vida real es mi directora. Por lo demás, soy una chica normal, me gusta disfrutar de mi tiempo libre y mi profesora de danza es mi directora en la vida real. Me gusta ir al cine, salir a comer, echarme en mi cama y ver una película comiendo cosas ricas, chocolate, papas fritas...
¿Y puedes?
Sí, De todas maneras yo hago mis dietas, pero los fines de semana son libres y voy a clase de hip hop con mis dos hermanas todos los días; estudio inglés por las mañanas antes de entrar al ballet y hago tantas cosas durante la semana que cuando llega el fin de semana intento relajarme.
¿Con cuántos años comenzaste a bailar?
Llegué con 12, bastante tarde para lo que suele ser habitual en la danza clásica. Mi mamá estudió danza de chica y decidió que nosotras tres debíamos hacer lo mismo porque es una disciplina buena para el cuerpo y para la coordinación. Ella nos apuntó, empezó a gustarme y, a los 12 años empecé a dedicarme más. A los 14 años me fui 4 meses a Cuba y ahí estuve tomando clases con el Ballet Nacional y en la cátedra que dan clases con gente más profesional tenía de todo, variaciones, pas de deux... Luego a los 16 me fui por dos meses a la escuela de Jhon Cranko en Stuttgart y fue maravilloso también, y después a los 17 estuve tres meses en Huston en otra escuela de danza que también fue increíble.
¿Y que bailas, roles clásicos o contemporáneos?
La compañía es más bien clásica pero yo creo que hoy en día se hace de todo. A mí me gusta el clásico, pero el contemporáneo me gusta mucho, son dos formas distintas, para distintas épocas, pero a mí la música de los ballets contemporáneos me gusta también.
Ahora, después de esta experiencia como actriz en El baile de la Victoria, ¿te planteas el enfocar tu vida hacia el mundo de la interpretación...?
Verás, antes tenía mi vida muy planificada y esto de la película me sacó totalmente de mis planes, así es que ahora me he dado cuenta de que uno no debe de planificar tanto porque siempre pueden surgir otras posibilidades. Yo amo bailar y esa es mi pasión desde siempre, pero a partir de esta experiencia también amo la interpretación y lo que vaya a venir después no me lo planteo.
La bailarina chilena en una escena de la película |
¿Te robó mucho tiempo la película?
Fueron tres meses de rodaje, hubo un previo de preparación, pero los tres meses tuve que dejar de bailar, bueno iba a mis clases. Yo recuerdo que igual terminaba de rodar a las 4 de la mañana y me iba a mi clase a las 10 de la mañana porque no puedes perder el training, además las bailarinas somos así como super psicóticas con ese tema del training, la elongación y esas cosas, entonces fue un momento así como duro, pero Marcia Haydé me dijo: 'Calma, tómate tu tiempo, haz la película tranquila y luego vuelves y te reintegras'. Eso fue un alivio.
Debe ser fenomenal trabajar con alguien que te comprende tan bien.
Si, fue muy divertido, aparte de que cumplo un rol similar entre comillas al de la vida real, porque en la película ella es la profesora de danza y en la vida real es directora.
¿Entrar en el ballet de Santiago es tan difícil como se presenta en la película?
Yo creo que hoy en día hay tantos bailarines que entrar en cualquier compañía es muy difícil. En mi caso, como venía de la escuela del Teatro Municipal no tuve que hacer nunca audición para entrar en la compañía porque me conocían desde chica, pero hoy en día es difícil entrar en cualquier compañía, hay muchos bailarines y mucha gente con ganas de hacer muchas cosas.
¿Cómo fue tu experiencia en el rodaje?
Fue increible. El apoyo de los compañeros fue fundamental porque como yo era la pollita, la recién llegada y la inexperta, tener el apoyo de toda esta gente que tiene mucha experiencia y que lleva años haciendo esto, además de ser un gran honor fue un apoyo.
¿Habías leido el libro de El baile de la Victoria?
Si, es un libro muy rico de leer. La verdad es que yo no soy una gran lectora y El baile de la Victoria me lo leí rápido.