lunes, 20 de abril de 2015

Entrevista a Kazuko Omori

Kazuko Omori. Foto: Manuel de los Galanes
Kazuko Omori, ha sido un icono en la compañía de Ángel Corella con la que ha estado desde el principio hasta el fin. Afincada en Barcelona, hemos tenido el placer de entrevistarla y si ya como artista la admirábamos por la calidad de su danza, por su dominio de la técnica, pero también y sobretodo por su forma de trascender al público, conocer su trayectoria y descubrir a la persona, su sencillez, cercanía y humildad, su tesón, su coraje y valentía, nos han cautivado totalmente.

Carolina Masjuan

¿Cómo te aficionaste a la danza? 
Cerca de casa había una escuela de danza y mi madre me preguntó si quería ver como daban clase. Fuimos y me gustó mucho y dije que quería bailar. Tenía cuatro años. De niña no me gustó mucho la disciplina pero me encantaba la faldita, el maillot y los tutús ¡eso sí!. Quería ponerme ya las puntas pero a esa edad aun no se puede y eso no me gustaba je, je....

Kazuko en Clear de Stanton Welch. Foto: Fernando Bufalá
¿Hay diferencias en la concepción de la danza en Japón respecto a Europa? 
Creo que en general, el sistema y la forma de trabajar es igual, pero en Japón tenemos otra cultura, está el Kabuki, el Teatro Noh, ... y el dinero se destina más a potenciar nuestra cultura que para la danza, que no es algo típico de nuestro país. Las compañías no están subvencionadas, solo una, el Ballet Nacional recibe algo del estado y los bailarines cobran, pero ese es un caso excepcional.

El Ballet de Tokio, por ejemplo, y en general también todas las demás, se financian a través de sus escuelas que suelen tener muchísimos alumnos. Los ingresos de la escuela se destinan a la compañía e incluso generalmente los bailarines pagan para poder bailar. Las familias subvencionan de ese modo las compañías que también pueden tener sponsors privados. 

En muchos casos, cuando las familias no tienen tantos recursos, los bailarines recurren a otros medios para poder bailar, o venden ellos mismos las entradas en las taquillas, o dan clases, o incluso tienen otro trabajo distinto, dependientes, camareros, etc... Así que ya ves, aquí nos quejamos pero allí es mucho peor, allí sí que ser bailarín es algo totalmente vocacional, porque para muchos el sacrificio es enorme. Aunque en muchos casos, los bailarines vienen de familias con un buen nivel económico y para los padres es también como un prestigio que sus hijos sean bailarines.

Kazuko con Ángel Corella en Don Quijote
¿Cual fue tu trayectoria
Desde los cuatro hasta los dieciséis años, estuve tomando clases en Japón y cuando decidí que quería ser bailarina, me fui a la escuela del Royal Ballet de Flandes donde estuve dos años y luego entré en la compañía y estuve un año. En Japón se trabaja mucho, sábados, domingos y festivos incluidos, tanto en la escuela como en la academia de danza y se tienen menos vacaciones. Yo creía que en Europa sería más relajado pero en realidad no fue así. En Flandes trabajábamos muchísimo: clásico, repertorio, contemporáneo, pasos a dos, jazz, danzas de carácter y española… además no sabía el idioma, aunque hablábamos mucho en inglés, pero no acababa de encajar y también fue una época bastante dura.

Cuando finalicé la escuela, al principio no me cogían para la compañía e hice muchísimas audiciones sin ningún resultado positivo pero en Junio, cuando ya creía que no iba a encontrar nada, salió una vacante en el Ballet de Flandes y me la ofrecieron. Pero aquel era un ambiente muy cerrado y al ser todos de la escuela y luego pasar a la compañía, no me acababa de sentir a gusto, era algo asfixiante, así que decidí dejarlo. De nuevo estuve audicionando pero no me salía nada y al final me fui a Hong Kong.

Kazuko Omori. Foto: Manuel de los Galanes
El Ballet de Hong Kong me ofreció un puesto sin ni siquiera verme, sólo con un vídeo así que estuve muy contenta y además estaba más cerca de Japón. Creo que fue una cuestión de buena suerte, mi vídeo llegó en el momento oportuno. En Hong Kong es muy fácil obtener el visado así que me fui para allá y estuve tres años pero me di cuenta que en realidad me había adaptado al estilo europeo y ¡¡aquello sí que era duro!! Igual que la película “El Primer Bailarín de Mao” ¡era como el sevicio militar! (risas), además allí casi todos eran chinos, excepto el director, Stephen Jeffreys ex bailarín principal del Royal Ballet y su esposa, con los que las cosas funcionaban muy bien, pero el segundo director era de mentalidad china total y la exigencia física y mental era casi inhumana. Además, al no ser china y formada entre Japón y Europa, noté que no se me aceptaba del todo, ni tampoco mi forma de bailar. 

Ensayando Nikiya con Natalia
Makarova y Ángel Corella Solor.
Foto: Rosalie O'Connor
Me lesioné muchas veces porque piensa que eso era: 100% de clase, 150% de ensayos y 200% de escenario, non stop, ni un momento para relajarte o desconectar. Entre cajas no se permitía ni una broma ni un momento de relax, era alucinante... Resistí tres años y debo reconocer que aprendí muchas cosas, a ser fuerte, a tener paciencia, .... La mayoría de europeos no aguantan ni un año, es demasiado duro el ritmo que te imponen.

Al final me colapsé y me fui a mi casa y con 22 años estaba pensando qué hacer con mi futuro, me tomé un año sabático y aunque sabía que yo físicamente era bastante fuerte, pensé que me iría bien dejarlo todo por un tiempo, recuperarme bien y meditar porque aún estaba a tiempo de estudiar una carrera y dedicarme a otra cosa.

Pero volví a tomar clases al medio año y tuve la suerte de encontrar a mi profesor, el maestro esloveno, ex bailarín de los Ballets de Montecarlo y de la Forsythe Company y también coreógrafo entre otros para el Ballet de Berín, Leo Mujic, que aunque es muy joven, supo aconsejarme muy bien y al que tengo un enorme respeto ya que ha sido alguien muy importante en mi carrera. Recuerdo lo último que me dijo, cuando yo ya era primera solista en la compañía de Ángel: “No te acomodes en tu posición actual”. Yo ya sabía que él estaba muy feliz por mi y por lo que había logrado pero él siempre me empuja y me estimula, aunque a veces parezca muy duro, sé que forma parte de su aprecio hacia mi... en fin, que son cosas que forman parte de la vida de los bailarines profesionales, hay que asumir que se debe trabajar muy duro, aprender muchas cosas nuevas cada día para seguir avanzando....

Con Herman Cornejo ensayando con la
Compañía. Foto: Fernando Bufala.
Pero volviendo a ese tiempo en el que yo estaba decidiendo que hacer, él me dijo que debía prepararme y se ríe al recordarlo) pero no era tan fácil, podías fijarte el objetivo pero no funcionaba... y yo quería buscar un trabajo para vivir de la danza. volver a audicionar. Lo hice y me fui a Alemania para, desde allí, volver a empezar a presentarme en todas partes. Alemania tiene muchas compañías y también sus países vecinos, así que ese era un buen sitio para probar suerte. Pero la historia se repitió, estuve tres meses haciendo audiciones, públicas, privadas y nada de nada. Luego me fui a Nueva Zelanda, a USA pero allí el estilo es bastante diferente, pasos mucho más rápidos y un movimiento muy distinto, hice varias audiciones pero en ese momento no encajaba, así que volví a Alemania y Leo, mi profesor en Japón, me dijo “debes plantearte qué compañía quieres tú” ”¡con esa mentalidad de que debes aceptar lo que sea, no puedes buscar trabajo!!”

Y otra vez más audiciones y de nuevo nada de suerte... pero en esta segunda temporada en Alemania tenía una amiga en Portugal y me dijo que fuera allí a tomar clases y viera su compañía que aunque pequeña iba haciendo algunas cosas. Me fui allí y estuve bailando, aunque sin ningún contrato, en un proyecto de la Kamusua Ballet Company que dirigía un chico que había bailado en el Ballet Gulbenkian y tenía un pequeño grupo de bailarines con los que iba haciendo cosas, César August Monis. En Portugal conocí a mucha gente, pero cuando acabó el proyecto hice más audiciones y, de nuevo sin suerte, volví a Japón.

¿Cuando y por qué llegaste a España? 
Entonces, como quería trabajar, empecé en una compañía de publicidad, aunque seguía tomando clases. Acababa de empezar en el trabajo cuando una amiga me comentó que había un chico que buscaba bailarines en Barcelona. Era George Birkadze (luego integraría las filas de Ángel Corella y encontraría allí a su pareja Ashley Ellis) que tenía un proyecto con el Liceu para proporcionar bailarines para las óperas y algún que otro trabajo en el que se necesitara bailarines de apoyo, pero yo no podía ir inmediatamente porque tenía el contrato firmado con la agencia y dije: ahora no puedo, pero dentro de tres meses igual sí... y pasados unos meses me dijeron que aún buscaba y me fui a Barcelona.

Kazuko Omori. Foto: Manuel
de los Galanes.
Pero cuando llegué resultó que no, que llegaba demasiado tarde y que el sitio ya estaba cogido... No obstante, me quedé para visitar la ciudad y pensar qué hacía, además George se sentía un poco responsable y me ayudó, hablaba de posibles trabajos futuros tal vez en el Liceu o tal vez con David Campos, eran posibilidades... así que me quedé... y entonces en la escuela de Eulalia Blasi, tomando clases ¡¡coincidí con Ángel!! Le encontré ya en la calle al ir hacia allí, me presenté y tomamos la clase juntos, me contó sobre la gira que iba a hacer con bailarines del ABT y creo que era Erika Cornejo que al final no podía ir y él me ofreció su puesto, así que me fui de tournée por España con ellos.... y de allí a la compañía.

De hecho creo que siempre ha habido como una especie de predestinación especial con Ángel. Cuando yo era una estudiante, coincidí con él en el aeropuerto de Tokio. Era sumamente tímida pero me decidí y le pregunté si era realmente él y como no tenía ningún papel para pedirle un autógrafo, le pregunté si podía estrechar mi mano, él lo hizo y siento que eso ya fue como un presagio de que en el futuro nos encontraríamos y bailaríamos juntos.

También pienso que aunque en mi estancia en Alemania no surgiera nada, al final en realidad fue gracias a todo ese tiempo de audiciones por lo que surgió la oportunidad de Barcelona. Una ciudad que ha significado mucho en mi vida.

¿Cómo recuerdas los inicios con la Compañía de Corella? La experiencia fue corta pero apasionante, al menos para los espectadores, que ya sabéis que estuvimos totalmente entusiasmados y agradecidos de esa gran aventura en la que entre todos, equipo directivo y artistas, nos permitías participar. ¿Sentíais vosotros esa misma magia? 
Yo siento que eso era un sueño, lo sentíamos todos tan nuestro y veíamos la ilusión de los espectadores... es increíble que una cosa tan grande se dejara perder... en Barcelona principalmente, pero en toda España. No entendemos que tanto talento como hay en el país y tanta afición por el ballet, no sean tenidos en cuenta, es una auténtica lástima. Yo siempre le estaré enormemente agradecida a Ángel por permitir quedarme en España y haberme dado la oportunidad de tener grandes y maravillosas experiencias, las cuales me han hecho crecer y avanzar muchísimo a nivel personal y profesional.

Con Natalia Makarova y Ángel Corella ensayando
La Bayadère. Foto: Rosalie O'Connor
Has sido de los pocos bailarines que te quedaste y seguiste con el pequeño grupo que giró hasta principios de este año. ¿No te planteaste nunca irte? 
No, nunca. Allí era realmente mi sitio, allí me sentí muy bien, me llenó y me hizo crecer mucho como artista, además de la variedad de estilos que bailamos: repertorio, Balanchine, Neoclásico, contemporáneo, obras creadas para la compañía,... y que tanto han significado para mi formación y para completarme. Ahora ya me siento preparada para asumir cualquier reto en cualquier continente.

¿Podemos hablar de algo fuera de lo estrictamente artístico? es que hay algo que me parece muy curioso y muy bonito a la vez y es la cantidad de parejas surgidas a raíz del ballet de Ángel, ¿tan buen ambiente hubo que surgía el amor por doquier? 
(Risas) Yo creo que en todas las compañías suele pasar que se forman parejas, pero la nuestra además piensa que empezó en La Granja... y allí ¿qué haces? Era muy aburrido, no podíamos ir a ninguna gran ciudad que te ofrece mucho más. Al principio todo era nuevo y estaba bien pero luego era monótono, Madrid estaba cerca pero el tiempo también era muy inclemente, mucho frio, nieve... así que normal tantas parejas ¡pero sí que es cierto que además casi todas siguen!!! (¡¡Sin contar los que ya integraron la compañía siendo pareja, podemos recordar por lo menos ocho nuevas, un buen ranking!!)

Kazuko en A+A. Foto Josep Guindo
Tu caso también es un poco especial, creo, ¿no? ¿Te apetece contarnos cómo conociste a tu pareja española? 
Conocí a Roberto porque él me alquiló el piso en Barcelona justo cuando llegué. Como tenia billete abierto para tres meses en lugar de permanecer en un hotel o hostel, decidí instalarme y así fue cómo nos conocimos. Roberto había vivido dos años en Japón y aunque allí no hablaba el idioma, aquí en Barcelona se matriculó en la escuela oficial de idiomas y ahora ya lo domina. Así fue cómo nos conocimos y ahí empezó todo.. ¡¡Ya ves que con Barcelona tengo una conexión muy fuerte!!

¡Gracias Kazuko! y siguiendo con la compañía ¿qué remarcarías de ese periodo? ¿qué te aportó formar parte de ella? ¿qué destacarías especialmente? 
Trabajar con Natalia Makarova fue lo mejor de todas las experiencias vividas en el mundo de la danza. Trabajamos con Christopher Wheeldon, los ballets de Twyla Tarp, Stanton Welch, con Ángel, con muy buenos maestros, fue fantástico, todo maravilloso, pero nada como haber podido trabajar con Natalia Makarova. Que ella te prepare en privado, tenerla en los ensayos, compartir con ella esos momentos.... fue algo único, algo realmente excepcional a lo que muy difícilmente se tiene acceso y que considero un gran privilegio.

Kazuko Omori. Foto: Manuel de
los Galanes
Creo que sigues tomando clases, participas en algunas galas o como invitada en compañías, vas a menudo a Japón, das clases..... ¿qué puedes contarnos de tu vida actual y de tus planes? Sí, desde febrero 2015, actúo como free lance. Me contratan para Galas o como invitada en compañías, también doy clases y a la vez las tomo en la Corella Dance Academy. Y últimamente voy mucho a Japón, bailo allí en Galas, invitada y voy teniendo trabajitos que me permiten mantenerme. Dar clases es algo que me gusta mucho y que creo que me prepara para un futuro.

Este verano en Japón voy a bailar El Lago de los Cisnes y a hacer cursillos con un profesor del conservatorio de París. Él da la primera clase, luego los alumnos dan repertorio conmigo y luego gyrokinesis. Éste es el proyecto de este verano y también bailo con un partenaire de allí, de hecho tengo dos con los que nos llevamos muy bien y cuando salen oportunidades las aprovechamos.

Ahora estoy en un buen momento pero, aunque estoy bailando como free lance y no paro de hacer cosas, tengo muchas ganas de volver a bailar en una compañía de forma fija y estable. No me importa si es Europa o USA, ya que después de esta experiencia de ocho años con Ángel, puedo asumir cualquier estilo y cualquier repertorio y adaptarme bien a cualquier compañía.

Nos despedimos deseándole toda la suerte del mundo. Desde luego añoraremos su talento y su belleza en escena, siempre es una gran fuente de inspiración ver a esta bailarina, la compañía que la contrate será muy afortunada.

Con Russell Ducker en A+A. Foto: Josep Guindo