Kazuko Omori. Foto: Manuel de los Galanes |
Kazuko Omori, ha sido un icono en la compañía de
Ángel Corella con la que ha estado desde el principio hasta el fin.
Afincada en Barcelona, hemos tenido el placer de entrevistarla y si
ya como artista la admirábamos por la calidad de su danza, por su
dominio de la técnica, pero también y sobretodo por su forma de
trascender al público, conocer su trayectoria y descubrir a la
persona, su sencillez, cercanía y humildad, su tesón, su coraje y
valentía, nos han cautivado totalmente.
Carolina Masjuan
¿Cómo te aficionaste a la danza?
Cerca de
casa había una escuela de danza y mi madre me preguntó si quería
ver como daban clase. Fuimos y me gustó mucho y dije que quería
bailar. Tenía cuatro años. De niña no me gustó mucho la
disciplina pero me encantaba la faldita, el maillot y los tutús ¡eso
sí!. Quería ponerme ya las puntas pero a esa edad aun no se puede y
eso no me gustaba je, je....
Kazuko en Clear de Stanton Welch. Foto: Fernando Bufalá |
¿Hay diferencias en la concepción de la danza
en Japón respecto a Europa?
Creo que en general, el sistema
y la forma de trabajar es igual, pero en Japón tenemos otra cultura,
está el Kabuki, el Teatro Noh, ... y el dinero se destina más a
potenciar nuestra cultura que para la danza, que no es algo típico
de nuestro país. Las compañías no están subvencionadas, solo una,
el Ballet Nacional recibe algo del estado y los bailarines cobran,
pero ese es un caso excepcional.
El Ballet de Tokio, por ejemplo, y en general
también todas las demás, se financian a través de sus escuelas que
suelen tener muchísimos alumnos. Los ingresos de la escuela se
destinan a la compañía e incluso generalmente los bailarines pagan
para poder bailar. Las familias subvencionan de ese modo las
compañías que también pueden tener sponsors privados.
En muchos
casos, cuando las familias no tienen tantos recursos, los bailarines
recurren a otros medios para poder bailar, o venden ellos mismos las
entradas en las taquillas, o dan clases, o incluso tienen otro
trabajo distinto, dependientes, camareros, etc... Así que ya ves,
aquí nos quejamos pero allí es mucho peor, allí sí que ser
bailarín es algo totalmente vocacional, porque para muchos el
sacrificio es enorme. Aunque en muchos casos, los bailarines vienen
de familias con un buen nivel económico y para los padres es también
como un prestigio que sus hijos sean bailarines.
Kazuko con Ángel Corella en Don Quijote |
Desde los cuatro hasta los dieciséis años, estuve tomando clases en Japón y cuando decidí que quería ser bailarina, me fui a la escuela del Royal Ballet de Flandes donde estuve dos años y luego entré en la compañía y estuve un año. En Japón se trabaja mucho, sábados, domingos y festivos incluidos, tanto en la escuela como en la academia de danza y se tienen menos vacaciones. Yo creía que en Europa sería más relajado pero en realidad no fue así. En Flandes trabajábamos muchísimo: clásico, repertorio, contemporáneo, pasos a dos, jazz, danzas de carácter y española… además no sabía el idioma, aunque hablábamos mucho en inglés, pero no acababa de encajar y también fue una época bastante dura.
Cuando finalicé la escuela, al principio no me
cogían para la compañía e hice muchísimas audiciones sin ningún
resultado positivo pero en Junio, cuando ya creía que no iba a
encontrar nada, salió una vacante en el Ballet de Flandes y me la
ofrecieron. Pero aquel era un ambiente muy cerrado y al ser todos de
la escuela y luego pasar a la compañía, no me acababa de sentir a
gusto, era algo asfixiante, así que decidí dejarlo. De nuevo estuve
audicionando pero no me salía nada y al final me fui a Hong Kong.
Kazuko Omori. Foto: Manuel de los Galanes |
El Ballet de Hong Kong me ofreció un puesto sin
ni siquiera verme, sólo con un vídeo así que estuve muy contenta y
además estaba más cerca de Japón. Creo que fue una cuestión de
buena suerte, mi vídeo llegó en el momento oportuno. En Hong Kong
es muy fácil obtener el visado así que me fui para allá y estuve
tres años pero me di cuenta que en realidad me había adaptado al
estilo europeo y ¡¡aquello sí que era duro!! Igual que la película
“El Primer Bailarín de Mao” ¡era como el sevicio militar!
(risas), además allí casi todos eran chinos, excepto el
director, Stephen Jeffreys ex bailarín principal del Royal Ballet y
su esposa, con los que las cosas funcionaban muy bien, pero el
segundo director era de mentalidad china total y la exigencia física
y mental era casi inhumana. Además, al no ser china y formada entre
Japón y Europa, noté que no se me aceptaba del todo, ni tampoco mi
forma de bailar.
Ensayando Nikiya con Natalia Makarova y Ángel Corella Solor. Foto: Rosalie O'Connor |
Me lesioné muchas veces porque piensa que eso era:
100% de clase, 150% de ensayos y 200% de escenario, non stop, ni un
momento para relajarte o desconectar. Entre cajas no se permitía ni
una broma ni un momento de relax, era alucinante... Resistí tres
años y debo reconocer que aprendí muchas cosas, a ser fuerte, a
tener paciencia, .... La mayoría de europeos no aguantan ni un año,
es demasiado duro el ritmo que te imponen.
Al final me colapsé y me fui a mi casa y con 22
años estaba pensando qué hacer con mi futuro, me tomé un año
sabático y aunque sabía que yo físicamente era bastante fuerte,
pensé que me iría bien dejarlo todo por un tiempo, recuperarme bien
y meditar porque aún estaba a tiempo de estudiar una carrera y
dedicarme a otra cosa.
Pero volví a tomar clases al medio año y tuve la
suerte de encontrar a mi profesor, el maestro esloveno, ex bailarín
de los Ballets de Montecarlo y de la Forsythe Company y también
coreógrafo entre otros para el Ballet de Berín, Leo Mujic, que
aunque es muy joven, supo aconsejarme muy bien y al que tengo un
enorme respeto ya que ha sido alguien muy importante en mi carrera.
Recuerdo lo último que me dijo, cuando yo ya era primera solista en
la compañía de Ángel: “No te acomodes en tu posición actual”.
Yo ya sabía que él estaba muy feliz por mi y por lo que había
logrado pero él siempre me empuja y me estimula, aunque a veces
parezca muy duro, sé que forma parte de su aprecio hacia mi... en
fin, que son cosas que forman parte de la vida de los bailarines
profesionales, hay que asumir que se debe trabajar muy duro, aprender
muchas cosas nuevas cada día para seguir avanzando....
Con Herman Cornejo ensayando con la Compañía. Foto: Fernando Bufala. |
Y otra vez más audiciones y de nuevo nada de
suerte... pero en esta segunda temporada en Alemania tenía una amiga
en Portugal y me dijo que fuera allí a tomar clases y viera su
compañía que aunque pequeña iba haciendo algunas cosas. Me fui
allí y estuve bailando, aunque sin ningún contrato, en un proyecto
de la Kamusua Ballet Company que dirigía un chico que había bailado
en el Ballet Gulbenkian y tenía un pequeño grupo de bailarines con
los que iba haciendo cosas, César August Monis. En Portugal conocí
a mucha gente, pero cuando acabó el proyecto hice más audiciones y,
de nuevo sin suerte, volví a Japón.
¿Cuando y por qué llegaste a España?
Entonces, como quería trabajar, empecé en una compañía de
publicidad, aunque seguía tomando clases. Acababa de empezar en el
trabajo cuando una amiga me comentó que había un chico que buscaba
bailarines en Barcelona. Era George Birkadze (luego integraría las
filas de Ángel Corella y encontraría allí a su pareja Ashley
Ellis) que tenía un proyecto con el Liceu para proporcionar
bailarines para las óperas y algún que otro trabajo en el que se
necesitara bailarines de apoyo, pero yo no podía ir inmediatamente
porque tenía el contrato firmado con la agencia y dije: ahora no
puedo, pero dentro de tres meses igual sí... y pasados unos meses me
dijeron que aún buscaba y me fui a Barcelona.
Kazuko Omori. Foto: Manuel de los Galanes. |
Pero cuando llegué resultó que no, que llegaba
demasiado tarde y que el sitio ya estaba cogido... No obstante, me
quedé para visitar la ciudad y pensar qué hacía, además George se
sentía un poco responsable y me ayudó, hablaba de posibles trabajos
futuros tal vez en el Liceu o tal vez con David Campos, eran
posibilidades... así que me quedé... y entonces en la escuela de
Eulalia Blasi, tomando clases ¡¡coincidí con Ángel!! Le encontré
ya en la calle al ir hacia allí, me presenté y tomamos la clase
juntos, me contó sobre la gira que iba a hacer con bailarines del
ABT y creo que era Erika Cornejo que al final no podía ir y él me
ofreció su puesto, así que me fui de tournée por España con
ellos.... y de allí a la compañía.
De hecho creo que siempre ha habido como una
especie de predestinación especial con Ángel. Cuando yo era una
estudiante, coincidí con él en el aeropuerto de Tokio. Era
sumamente tímida pero me decidí y le pregunté si era realmente él
y como no tenía ningún papel para pedirle un autógrafo, le
pregunté si podía estrechar mi mano, él lo hizo y siento que eso
ya fue como un presagio de que en el futuro nos encontraríamos y
bailaríamos juntos.
También pienso que aunque en mi estancia en
Alemania no surgiera nada, al final en realidad fue gracias a todo
ese tiempo de audiciones por lo que surgió la oportunidad de
Barcelona. Una ciudad que ha significado mucho en mi vida.
¿Cómo recuerdas los inicios con la Compañía
de Corella? La experiencia fue corta pero apasionante, al menos para
los espectadores, que ya sabéis que estuvimos totalmente
entusiasmados y agradecidos de esa gran aventura en la que entre
todos, equipo directivo y artistas, nos permitías participar.
¿Sentíais vosotros esa misma magia?
Yo
siento que eso era un
sueño, lo sentíamos todos tan nuestro y veíamos la ilusión de los
espectadores... es increíble que una cosa tan grande se dejara
perder... en Barcelona principalmente, pero en toda España. No
entendemos que tanto talento como hay en el país y tanta afición
por el ballet, no sean tenidos en cuenta, es una auténtica lástima.
Yo siempre le estaré enormemente agradecida a Ángel por permitir
quedarme en España y haberme dado la oportunidad de tener grandes y
maravillosas experiencias, las cuales me han hecho crecer y avanzar
muchísimo a nivel personal y profesional.
Con Natalia Makarova y Ángel Corella ensayando La Bayadère. Foto: Rosalie O'Connor |
Has sido de los pocos bailarines que te
quedaste y seguiste con el pequeño grupo que giró hasta principios
de este año. ¿No te planteaste nunca irte?
No, nunca. Allí era
realmente mi sitio, allí me sentí muy bien, me llenó y me hizo
crecer mucho como artista, además de la variedad de estilos que
bailamos: repertorio, Balanchine, Neoclásico, contemporáneo, obras
creadas para la compañía,... y que tanto han significado para mi
formación y para completarme. Ahora ya me siento preparada para
asumir cualquier reto en cualquier continente.
(Risas) Yo creo que en todas las compañías
suele pasar que se forman parejas, pero la nuestra además piensa que
empezó en La Granja... y allí ¿qué haces? Era muy aburrido, no
podíamos ir a ninguna gran ciudad que te ofrece mucho más. Al
principio todo era nuevo y estaba bien pero luego era monótono,
Madrid estaba cerca pero el tiempo también era muy inclemente, mucho
frio, nieve... así que normal tantas parejas ¡pero sí que es
cierto que además casi todas siguen!!! (¡¡Sin contar los que ya
integraron la compañía siendo pareja, podemos recordar por
lo menos ocho nuevas, un buen ranking!!)
Kazuko en A+A. Foto Josep Guindo |
Conocí a Roberto porque él me alquiló el piso en Barcelona
justo cuando llegué. Como tenia billete abierto para tres meses en
lugar de permanecer en un hotel o hostel, decidí instalarme y así
fue cómo nos conocimos. Roberto había vivido dos años en Japón y
aunque allí no hablaba el idioma, aquí en Barcelona se matriculó
en la escuela oficial de idiomas y ahora ya lo domina. Así fue cómo
nos conocimos y ahí empezó todo.. ¡¡Ya ves que con Barcelona
tengo una conexión muy fuerte!!
¡Gracias Kazuko! y siguiendo con la compañía
¿qué remarcarías de ese periodo? ¿qué te aportó formar parte de
ella? ¿qué destacarías especialmente?
Trabajar con Natalia
Makarova fue lo mejor de todas las experiencias vividas en el mundo
de la danza. Trabajamos con Christopher Wheeldon, los ballets de
Twyla Tarp, Stanton Welch, con Ángel, con muy buenos maestros, fue
fantástico, todo maravilloso, pero nada como haber podido trabajar
con Natalia Makarova. Que ella te prepare en privado, tenerla en los
ensayos, compartir con ella esos momentos.... fue algo único, algo
realmente excepcional a lo que muy difícilmente se tiene acceso y
que considero un gran privilegio.
Kazuko Omori. Foto: Manuel de los Galanes |
Creo que sigues tomando clases, participas en
algunas galas o como invitada en compañías, vas a menudo a Japón,
das clases..... ¿qué puedes contarnos de tu vida actual y de tus
planes? Sí, desde febrero 2015, actúo como free lance. Me
contratan para Galas o como invitada en compañías, también doy
clases y a la vez las tomo en la Corella Dance Academy. Y últimamente
voy mucho a Japón, bailo allí en Galas, invitada y voy teniendo
trabajitos que me permiten mantenerme. Dar clases es algo que me
gusta mucho y que creo que me prepara para un futuro.
Este verano en Japón voy a bailar El Lago de los
Cisnes y a hacer cursillos con un profesor del conservatorio de
París. Él da la primera clase, luego los alumnos dan repertorio
conmigo y luego gyrokinesis. Éste es el proyecto de este verano y
también bailo con un partenaire de allí, de hecho tengo dos con los
que nos llevamos muy bien y cuando salen oportunidades las
aprovechamos.
Ahora estoy en un buen momento pero, aunque estoy
bailando como free lance y no paro de hacer cosas, tengo muchas ganas
de volver a bailar en una compañía de forma fija y estable. No me
importa si es Europa o USA, ya que después de esta experiencia de
ocho años con Ángel, puedo asumir cualquier estilo y cualquier
repertorio y adaptarme bien a cualquier compañía.
Nos despedimos deseándole toda la suerte del
mundo. Desde luego añoraremos su talento y su belleza en escena,
siempre es una gran fuente de inspiración ver a esta bailarina, la
compañía que la contrate será muy afortunada.
Con Russell Ducker en A+A. Foto: Josep Guindo |