El bailarín en el Semperoper Theatre (Foto: L.R.) |
Lleva catorce años en el Semper Ballet de Dresde (Alemania). Entró como coryphée y ahora, desde 2016 es Bailarín Principal en la compañía estatal de la hermosa capital de Sajonia. El 2 de Octubre se meterá en la piel de Albretch para enamorar a Giselle (María Kochetkova).
Lola Ramírez
Es el primer Albrecht de su vida y está realmente ilusionado. No en vano su partenaire, María Kochetkova, está considerada una de las mejores bailarinas del panorama internacional. Jón Vallejo (San Sebastián, 1985) me recibe en uno de las salas del impresionante teatro de la Semperoper, considerado una de las joyas de la arquitectura teatral del mundo. Diseñada por el arquitecto Godfried Semper fue parcialmente destruida durante la Segunda Guerra Mundial y, minuciosamente reconstruida en 1986.
Impresiona la majestuosidad del edificio e invita a pensar que debe ser un lujo, no ya bailar en el espectacular escenario del reconstruido teatro, sino simplemente sentarse en el patio de butacas a ver un espectáculo como Giselle, con la adaptación coreográfica de David Dawson. Después de 14 años compartiendo espacio con las 850 personas que trabajan en el monumental teatro, el Semperoper no tiene secretos para Jón.
Háblame de la Giselle de Dawson. ¿Cuándo bailáis María Kochetkova y tu?
El 2 y el 8 de octubre. Es una Giselle diferente. Con la música original de Adams, Dawson creó en exclusiva para nosotros una versión entre neoclásica y contemporánea, con puntas por supuesto, pero muy especial. Fue muy bonito el momento que vino aquí como coreógrafo residente, hizo un trabajo muy chulo con nosotros.
¿Y la historia es exactamente la misma o difiere del argumento original de Giselle?
Es bastante parecida, pero hay cosas diferentes, sobre todo al final del primer acto. Hay una pelea entre Hilarión y Albrecht y éste mata accidentalmente a Giselle.
El segundo acto es pura ilusión, él está obsesionado tratando de lograr el perdón de ella, quiere demostrarle lo mucho que la amaba y, todo gira en torno a la desesperación que este hombre sufre por haber matado al amor de su vida.
¿Habías bailado antes la Giselle convencional?
Nunca. En el repertorio de esta compañía no hay más Giselle que la de Dawson. Y en ésta sí que he bailado pero por primera vez voy a interpretar el papel de Albrecht
Ni más ni menos que con María Kochetkova
Si. Es la primera vez que bailamos juntos, la conocía de algunos espectáculos pero nunca habíamos tenido la oportunidad de bailar juntos y David, el coreógrafo, había trabajado muchísimo con ella y tuvo esa visión de vernos a los dos bailar juntos y al final se ha hecho posible. María y yo hemos estado trabajando dos semanas y ahora ella se ha ido a Oslo porque está haciendo Bayaderde Makarova. Yo me voy mañana (19 de Septiembre), ensayamos allí y luego nos quedan aquí los últimos seis días de trabajo.
¿Ilusionado?
Claro. Es un lujo bailar con ella
¡Qué pena no estar aquí para veros¡
Bueno mañana tienes un buen elenco también.
Ensayando Giselle con María Kochetkova (Foto: Ian Wahlen) |
“Cogí la maleta y me vine”
Jón empezó su formación como bailarín en su Donostinatal, de la mano de MentxuMedely posteriormente se fue a Madrid a la escuela de Carmen Roche. “Estuve tres años en la escuela y después entré en la Compañía que por aquellos entonces fue un boom”, afirma Vallejo. “ De ahí me fui a Nacho Duato,a la CND2, donde conocí aAaron Watkin, director artístico del Semper Ballet”. Watkin le ofreció la oportunidad de irse con él al Semper Ballet y no se lo pensó dos veces. “Cogí la maleta y me vine para aquí”.
Con 19 años esto debió ser toda una experiencia… ¿Hablabas inglés al menos?
Lo aprendido en el colegio. Lo positivo fue que cuando Aaron cogió la compañía del Sempere Ballet prescindió de mucha gente y entramos 35 personas nuevas, cada uno de su padre y de su madre, primeros bailarines de Hamburgo, del Marinsky, australianos, coreanos, japoneses y de todos lados. Eso fue una bomba, los nuevos bailarines nos integramos con los otros 35 que quedaban en la compañía y se formó un conjunto muy bueno, nos apoyábamos los unos a los otros porque ninguno de los nuevos tenía muy claro cómo funcionaba el sistema ni el país. Fue muy bonito por eso, porque te sientes muy arropado por todo en un mundo que es nuevo.
Y aprendiste alemán…
Me costó muchísimo; en el teatro siempre se había hablado alemán, pero cuando entró Aarón con gente de tan diversas nacionalidades, nuestro día a día era en inglés. Luego, cuando empecé a tener vida propia, fuera del teatro, me puse las pilas con el alemán, pero es un proceso largo porque es una lengua muy difícil y además lo practicaba poco porque entre los bailarines nos comunicamos en inglés.
Así que hablas castellano, inglés, alemán, ¿y euskera?
Euskera no mucho, en el colegio lo hablaba; es verdad que en nuestra casa no somos grandes habladores de euskera, pero sí que lo hablaba, he perdido un poco pero cuando voy para allá lo hablo con mis primos.
Con 19 años Jón empezó en el Semper como coryphéey lo pasaron a demisolisten 2008. “Lo bueno de esta compañía es que aunque estés en el cuerpo de baile tienes oportunidad de hacer papeles de solista. De hecho yo con 20 años hice el rol principal de Tema y Variaciones. Es algo estupendo porque todo el mundo tiene oportunidad de bailar papeles importantes. Es verdad que hay que ser respetuoso con la gente que tiene un nivel más alto y contar con ellos, no dejarlos de lado para empujar a otra gente. Se trata de buscar el equilibrio y de esta manera poder invertir en gente joven”.
Un repertorio amplio nutre al bailarín
Cuando le pregunto qué es lo que más le gusta de su profesión de bailarín responde al minuto: “No me imagino la vida sin la danza. Yo no concibo esta profesión
como algo físico, lo aproximo siempre desde el otro lado, desde la parte más emocional. Yo no creo que sea necesario bailar hasta que ya no puedes más. De hecho, hay un momento que es muy bonito y que a mí me está pasando ahora y es cuando la madurez artística y la emocional se equilibran. En ese momento llegas a un climax que tienes que disfrutar y aprovechar, porque aunque todo lo anterior ha sido muy bonito, cuando descubres la parte emocional es cuando te llega una satisfacción interna difícil de explicar”.
Creo que en Donosti, cuando estuviste lesionado, hiciste tus pinitos como maestro. ¿Te gusta esa faceta?
Hasta cierto punto. No me veo como maestro de danza. Si tengo que dar clase durante dos semanas me gusta y lo disfruto, pero la constancia de esa disciplina no es lo mío.
¿Echas mucho de menos tu tierra?
Claro, cada vez más, sobre todo a la familia, cuando eres más joven no te importa tanto y ahora ves que los aitásse van haciendo mayores, te pierdes cosas y ellos también, ahí es donde te pilla la añoranza.
Y aunque todavía te queda mucho escenario por delante, ¿cómo te ves dentro de unos años cuando tengas que colgar las zapatillas?
(Se ríe) Me gustaría hacer algo relacionado con la parte de gestión como la dirección de una compañía, algo por esa vía; ni me apetece coreografiar ni le he echado el valor para hacerlo ni me veo siendo maestro en una compañía.
Y, después de Giselle, ¿qué vas a hacer?
Tengo una temporada movida y extraña a la vez. Ahora tengo unos días de no parar y después tengo tiempo libre que aprovecharé para hacer espectáculos fuera; pero la compañía tiene ahora esto y después viene Bella Durmiente, Pina Bausch,Cascanuecesy en enero tenemos una creación David Dawson otra vez, hay de todo. Lo mejor que tiene esta compañía es la diversidad de repertorio que hay, no te permite encasillarte en ningún estilo. Un bailarín cuanto más amplio tenga su abanico de repertorio más se nutre y más disfruta.