domingo, 5 de abril de 2020

Chase Johnsey, un bailarín con cuerpo y alma de bailarina

Chase en su faceta de bailarina (Foto: Elliot Franks)

Tiene un gran talento para la danza, un cuerpo delgado y menudo y un alma que rebosa sensibilidad. Chase nació chico y con vocación de bailarina. Su primer trabajo lo encontró a los 17 años en Los Ballets de Trockadero. En 2017 fue galardonado “Mejor bailarín masculino” de los National Dance Awards, por interpretar a una mujer y, desde hace un año es el director artístico del Ballet de Barcelona .

 Lola Ramírez
“Toda la vida he tenido una gran pasión por el ballet. Soy una persona especial, rebelde… ¿única?, ¿se dice así en castellano?", me pregunta Chase Johnsey a través de la línea telefónica, cuando comienza a contarme como se convirtió en pionero en la conquista de roles de género. La entrevista la realizamos en pleno confinamiento doméstico, provocado por el estado de alarma al que nos ha llevado un perverso coronavirus. Nos separan un montón de kilómetros. A él le pilló el decreto en su casa de la campiña catalana, en compañía de su marido, Carlos Renedo, con quien, además de la vida, comparte la dirección del joven Ballet de Barcelona. 

A pesar de que tanto maestros como directores, coreógrafos y crítica han destacado siempre su gran talento para la danza, todo apuntaba a que a este bailarín estadounidense no le iba a resulta fácil romper los estereotipos de un mundo tan cerrado, jerárquico y convencional como es el de la danza clásica. Naciendo  chico soñar con interpretar Giselle, Odette o alguna de las protagonistas de las grandes obras clásicas no es precisamente una meta sencilla. Chase estudió en el Virginia School for the Arts, un conservatorio del estado de Florida, donde nació hace 34 años.

A los 17 años fue contratado por Los Ballets de Trockadero, una compañía que caricaturiza el mundo de la danza clásica y que está formada única y exclusivamente por hombres. “Siempre he tenido condiciones y talento para el ballet, pero mis características son un poco raras para esta profesión. Soy bajito, delgado y mi forma de bailar es un poco femenina. En realidad había poco espacio para un bailarín con mi perfil. Mis profesores no sabían qué podía hacer aparte de entrar en una compañía como Trockadero”. En la peculiar compañía, Chase se encontró con algún que otro problema. Rodeado de chicos fuertes y musculosos, su complexión menuda y “no músculos”, como dice él, le hacía sentirse extraño. “A mí me maquillas y me pones un tú-tú y soy una bailarina real; ellos son hombres subidos a unas zapatillas de punta”.

El otro lado de Chase (Foto: Zoran Jelanic)
En 2007 coincidiendo con una gira de Los Ballets de Trockadero en Londres, los críticos se fijaron en la delicada forma de bailar de Chase, que nada o poco tenía que ver con la vis cómica de sus compañeros. Durante unos días todos los críticos de la prensa especializada y generalista hablaban del joven bailarín estadounidense, un chico que en el escenario parecía una auténtica bailarina, no un hombre mofándose de una delicada sílfide.   

Te estaban valorando por lo que realmente tú querías ser y hacer, ¿no?
Sí, y esa temporada cambió mi carrera. En Dance Magazine apareció un reportaje hablando de las 25 bailarinas, nuevas bailarinas en el mundo. Una de esas bailarinas era yo. Ese artículo y todas las críticas que me hizo la prensa cambiaron mi posición en la compañía, porque lo que se decía era que yo tenía talento para interpretar una bailarina real, no algo cómico.

Eso no gustó a la compañía…
No, porque la meta de la compañía era hacer ballet cómico, chicos con puntas, pero con aspecto de chicos. El director de la compañía me ofreció más oportunidades porque había tenido muy buenas críticas. Yo me sentí muy esperanzado pensando que el mundo estaba preparado para algo diferente. Para mí fue muy bueno sentir que no era un tipo raro, sino alguien especial, alguien con talento para interpretar el papel de bailarina. Y si tengo talento para interpretar a una mujer, ¿por qué no voy a hacerlo? Y esta cuestión es parte de mi mensaje al mundo, no sólo para mí sino para gente transgénero, chicas que tienen fuerza para saltar, para girar … 

En 2017 ocurre algo inédito en el cerrado mundo del ballet: Chase Johnsey fue galardonado “Mejor bailarín masculino” en los National Dance Awards, por interpretar un personaje femenino y, además, tenía una nominación para mejor papel en Paquita.

¿Siempre has interpretado papeles femeninos?
Hasta ese momento sí.

¿Y después? 
Después de esto salí de Trockadero porque mi visión de la compañía y mis opiniones personales chocaban con las de la dirección. Yo lucho por la gente transgénero y hay gente que no podía continuar en la compañía por ser así. No soporto esta discriminación. Así es que me fui de la compañía y casi  inmediatamente recibí un correo de Tamara Rojo para hacer una audición. Hice la audición en el English National Ballet y me eligieron para formar parte del elenco de La Bella Durmiente.  

¿Qué papel hiciste?
Formé parte del cuerpo de baile de todo el ballet de La Bella Durmiente. Esto de un chico formando parte de un cuerpo de baile femenino también fue noticia, creo que escribió una nueva página en la historia del ballet. Salía en todas las noticias, pero el resultado fue que no he podido encontrar trabajo porque ninguna compañía quiere este tipo de publicidad. Hay un montón de directores y directoras que quieren contar conmigo, pero los gestores en las compañías tienen miedo de perder entradas, perder público porque en general en el mundo de la danza clásica hay mucha gente conservadora.  

En el papel de Odette con Heyler Lamela (Foto: Ricard Roselló)
Y desde hace un año tu has creado una compañía, el Ballet de Barcelona, donde no existen ese tipo de prejuicios.
Si, claro. El Ballet de Barcelona nace con el mensaje de que aquí aceptamos a todo el mundo que tenga calidad para la danza. Yo he realizado papeles de mujer, pero en mi carrera nunca he tenido libertad de género para ser yo mismo. Y ahora, cuando bailo soy yo mismo, ni chico ni chica, soy una bailarina a mi manera, como yo quiero ser. Y el resto de los bailarines igual. Mi deseo es romper las normas que atañen al cuerpo de las mujeres y de los hombres, es inclusivo cien por cien. Y ésta es la razón de ser del Ballet de Barcelona; mi mensaje ahora es para personas transgénero, para mujeres y hombres, y para todo aquel que quiera bailar en una compañía que es segura y sana para cada bailarín.

En el Ballet de Barcelona, además de dirigirlo, bailas, ¿no?
Si. En nuestra nueva producción del Lago de los cisnes hago el papel de Odette, no soy ni chico ni mujer, soy yo, pero en el papel de Odette.

¿Ya  has descubierto porque te gusta bailar como una bailarina y vivir como un hombre?
Bueno, el arte es una expresión de creatividad. A mí no me gusta decir que soy un chico o que soy una chica. Tengo una mezcla de géneros en mi personalidad, un lado femenino y un lado masculino. Con el resultado de esta personalidad expreso mi arte y desarrollo mi vida personal. Hay muchos artistas que expresan su arte a su manera, sin tener que definirse como masculino o femenino. Yo prefiero los papeles de mujeres porque en el mundo del ballet, ellas me parecen interesantes y ellos  tontos; hay una complejidad en los papeles de la mujer que me resulta muy atractiva y me da la posibilidad de jugar con ellos y hacer algo personal. También me parece interesante mantener esa magia de cuento que tienen muchas de las historias del ballet, pero al mismo tiempo reflejar temas más actuales. En nuestro Cascanueces, por ejemplo, ya hay temas de género y no conmigo, sino con una bailarina muy joven que he encontrado y he visto algo de mí en ella. En nuestro Trencanous (Cascanueces) es la chica la que salva al chico en la batalla de las ratas, en vez de ser el príncipe el que la salva a ella, como ocurre en la versión tradicional. A mi padre, por ejemplo, no le gustaba que yo jugara con muñecos. Y esto es algo que he cambiado también en nuestro Cascanueces, en donde éste es un muñeco de chicos.

Supongo que estás al tanto de la investigación que se hizo del MeToo en el mundo de la danza. ¿Hay mucho abuso de poder y sexismo en el ballet?
Claro. Es una forma de arte que hay más chicas que chicos, pero las chicas no tienen posiciones de poder; no hay muchas directoras, coreógrafas, maestras de ballet, siempre chicos.

Y, ¿por qué?
No lo sé, pero lo cierto es que hay muchas chicas que tienen que aceptar este tratamiento para avanzar en sus carreras. Es una historia muy antigua en el mundo del ballet. Una chica tiene que aceptar o hacer cosas sexuales o abuso. Sí, hay maltrato en muchos sitios y no me gusta. Eso es algo que yo quiero cambiar y yo quiero ser justo con los bailarines. Pero el abuso existe y es muy fuerte. 

¿En Los Ballets de Trockadero también existía algo de esto?
Bueno, abuso de poder….  A mí me gusta Trockadero. He disfrutado mucho y el director tiene lados buenos y malos también. Lo que no me gusta es que hay un poco de generofobia y homofobia porque quieren chicos como chicos y hay un mensaje de antifeminismo y en realidad como yo lo veo es una celebración de mujeres, un homenaje de mujeres. No hay casos de maltrato sexual ni de relaciones del director con bailarinas, pero existe la discriminación de género, ese es el problema.  

Pero, ¿sientes que has ido consiguiendo cosas, que se avanza en la lucha de género y una persona puede interpretar el rol que le dé la gana al margen de su sexo? 
No; yo he bailado en La Bella Durmiente con el English National Ballet y he hecho historia por interpretar un papel como bailarina, siendo un chico. Punto. Desde entonces nadie más ha roto barreras.

Supongo que el mundo del ballet está muy cerrado al tema de roles de género.
Si, como siempre hay políticas, hay comisiones, hay spónsores. Es muy tradicional, es difícil porque yo ahora tengo una posición como director artístico del Ballet de Barcelona, pero no tengo miedo. Yo no tengo este problema de una junta directiva presionando ni diciéndome que no puedo aceptar a tal o cual bailarina para formar parte de mi compañía. Estoy esperando a una persona transgénero, una persona como yo o una chica que puede bailar papeles de chico. Tengo curiosidad por ver si se pueden abrir nuevas posibilidades en el ballet, pero de momento no las hay, es un mundo muy cerrado. 

Con algunos bailarines de la compañía tras el estreno de El Trencanous

Este mes de mayo el Ballet de Barcelona cumplirá un año de vida. “Empezamos con dos chicos y cinco chicas y, un mes después teníamos nuestro estreno en el Teatro Condal en Barcelona con tres bailarines y 10 bailarinas. Ahora tenemos 6 chicos y 20 chicas. De momento eso es lo que hay; no contamos con ayuda del Gobierno ni con ayuda privada. Para un chico es mucho más fácil encontrar un contrato en una compañía que para una bailarina. Los chicos lo tienen más fácil porque hay menos. Pero nosotros tenemos mucha ilusión, en un año hemos hecho más de 20 espectáculos y 3 producciones y nuestra visión es clara: Los bailarines tienen un sitio para bailar, nada más, nada de políticas. Estoy muy orgulloso, más que en ningún momento de mi carrera como bailarín. Veo a los bailarines en el escenario y me siento muy contento. Formamos un equipo estupendo con Carolina Masjuán, Carlos Renedo y yo. Y también aprendemos de las otras compañías que han intentado funcionar en Cataluña, como la de Ángel Corella o David Campos.

¿Qué es lo que aprendéis?, porque en cierta manera han fracasado, han tenido que cerrar.
Si, ahora somos la única compañía de ballet en Cataluña que hacemos espectáculos, pero analizamos lo que les ha pasado a estas compañías para descubrir qué es lo que deberíamos y lo que no deberíamos hacer, ver los errores y ver qué es lo que funciona. Pero hablamos de todo lo que han hecho otras compañías para descubrir qué deberíamos hacer y qué no deberíamos hacer, ver los errores y ver qué es lo que funciona. Por una parte, Ángel Corella ha hecho cosas muy buenas, pero hay errores. David Campos, lo mismo. También la compañía original del Ballet de Barcelona en los años 60 y el Liceo Ballet. Aprendemos de la historia.

¿Qué errores cometió Ángel Corella? Sus producciones eran muy buenas, pero al final parece que lo que pasó es que no le llegaba el dinero que le daba la administración catalana.
Bueno, yo entiendo que Ángel Corella artísticamente tiene bailarines y obras de una calidad mundial. Corella venía del American Ballet Theatre, en donde están los mejores bailarines del mundo, pero quizás fue un poco demasiado rápido. El Gobierno no quiere dar ayudas tan pronto. Es obvio que en principio tenemos que funcionar sin ayuda de la Generalitat; hay que empezar suavemente, crear la compañía y darle fiabilidad en el tiempo, hacer ver con números y con datos que es una compañía viable. No puedes crear una compañía y después de seis meses solicitar una ayuda de 100.000 euros, eso aquí no funciona. Hay otros grupos en el mundo de la danza que necesitan ayuda también. Tenemos que trabajar y esperar. Hacer espectáculos, crecer como compañía, ganar reputación y público. Es una locura solicitar una ayuda importante del Gobierno sin haber adquirido la categoría de compañía consolidada. Necesitas evidencias de tu trabajo. Y ahora, después de un año, ya tenemos algo: 3 producciones, 25 bailarines, vestuario, escenografía, críticas, público y un montón de teatros.

¿Y cómo te financias? ¿De dónde sacas el dinero para hacer que la compañía vaya creciendo en producciones, espectáculos, etc.?
Entradas, caché y más o menos ya está. Tenemos también un programa de formación para bailarines que han acabado sus estudios en escuelas de todo el mundo, a los que ofrecemos la oportunidad de trabajar con nosotros en un entorno ya profesional con la ventaja de que participan en algunas de nuestras producciones. Aunque es un programa especifico para ellos, también repercute en la compañía.

¿Y es suficiente?
Es lo que tenemos y con lo que funcionamos en este momento. La cosa es diferente en los Estados Unidos en donde el Gobierno favorece que la gente aporte dinero para la cultura; la situación también es muy favorable en Alemania porque allí la Administración respeta mucho el ballet y hay muchos espectáculos y muchas compañías. Y tanto Ángel como David intentaron conseguir muy rápido una ayuda que aquí no se da. Es necesario que cambie la mentalidad del Gobierno. Si, es cierto que la gente aquí es muy aficionada a la danza clásica y los teatros se llenan, el problema es que se valora más a las compañías extranjeras. Si viene una compañía rusa, aunque no tenga calidad, sólo por el hecho de ser rusa vende, mientras que lo de casa se valora menos.