sábado, 25 de enero de 2014

Entrevista a Aleix Martínez

Aleix en Vaslaw, coreografía de John Neumeier.
 Foto: Holger Badekow
Aleix Martínez es uno de los muchos bailarines españoles que se vio obligado a emigrar. Formado en la escuela de David Campos en Barcelona y en el estudio Colette Armand de Marsella, fue ganador del prestigioso Prix de Lausanne en 2008. Actualmente forma parte del elenco del Hamburg Ballet bajo la dirección de John Neumeier. Alemania, dónde sí se valora la cultura y donde cada ciudad medianamente importante tiene su compañía de ballet, puede disfrutar de su arte, aquí solo le tenemos siempre que su actividad artística le permite tomarse un descanso. Fue durante su veraneo en el Empordà cuando hablamos de la posibilidad de una entrevista que ahora ve la luz.

Carolina Masjuan

¿Qué es lo que más se echa de menos de Barcelona y la Costa Brava en Hamburgo?

¡El clima! Esto es lo que encuentro más a faltar. He crecido junto al mar, en un ambiente mediterráneo, con sol y vida en la calle. Aquí en Hamburgo, es todo lo opuesto. Es otra cultura y sistema de vida marcada por el clima. Los meses de invierno son largos, oscuros y fríos, muy fríos.  Pero esto es el norte de Alemania donde la lluvia y el viento es el pan de cada día.

¿A nivel cultural qué valoras de Alemania en general y de Hamburgo en particular?

Aleix en Liliom de John Neumeier.
Foto: Ivan Urban
En Alemania se apoya mucho más la cultura en general, es completamente otro mundo. Tienen una tradición enorme hacia el ballet, la ópera y la música. Casi cada ciudad, grande o pequeña, tiene su propio teatro con ballet y ópera y la gente acude con mucho interés, llenando siempre los teatros. El público tiene a su disposición una oferta cultural enorme y muy variada, cosa que hace más fácil el hecho de educarlo. Creo que ésta es la principal diferencia. En Alemania se ha tomado el tiempo y se han puesto los recursos para educar al público culturalmente, cosa muy importante ya que gracias a esto se crea interés para ver cosas nuevas. En Hamburgo tenemos la suerte de  tener un público muy fiel, muy interesado por lo que ocurre en la ópera, les encanta, sienten una gran admiración hacia los bailarines y esperan impacientes poder acudir a nuevos estrenos de ballet. Se sienten afortunados al poder disfrutar de una compañía de calidad, y de un coreógrafo único, que de alguna manera han visto crecer durante tantos años.

Te fuiste a Francia a los trece años para mejorar tu formación como bailarín ¿tan claro lo tenías?

Pues supongo que sí. Ahora cuando lo pienso fríamente, me cuesta. Pero siempre he sido una persona con bastante intuición. Sabía de alguna manera que me sería casi imposible continuar si me quedaba y supongo que el amor que tengo hacia el arte y la danza, me hizo tomar esa drástica decisión en mi vida.

Al ganar Lausanne se te abrieron muchas oportunidades ¿Por qué elegiste la compañía de John Neumeier?

Aleix en Nijinsky de John Neumeier.
 Foto: Erik Tomasson
Siempre, desde que tengo memoria, he sentido una atracción enorme al hecho de crear. No solamente coreográficamente, sino también en otros ámbitos relacionados. Como el diseño de vestuario, escenografía, luces, etc... Pasaba horas dentro de mi estudio en Barcelona, experimentando con telas, para diseñar vestuarios, decorados, o simplemente movimientos. Este siempre ha sido mi motor, la creación. Entonces después de ganar el Prix de Lausanne, estaba bastante claro que quería y necesitaba  trabajar con creadores.  De John Neumeier, me interesó mucho la manera que tiene de crear. Sus ballets son verdaderas joyas artísticas en todos los sentidos.

¿Te resultó difícil adaptarte a la compañía y a la ciudad?

Bueno, más o menos. Me considero una persona bastante cerrada, me cuesta hacer amistades, así que no fue fácil. Pero ahora estoy bastante bien y siento que soy parte de la compañía.  En mi vida nunca he tenido mucho amigos, de alguna manera creo que el arte me llena tanto que no me detengo ni un momento en pensar en eso. O quizá no lo necesite tanto como otros. Pero bueno, en Hamburgo tengo mi pequeño grupo, con los que comparto momentos. Hamburgo es una ciudad muy bonita, pero el clima es bastante pesado. Es un clima nórdico, al que me cuesta mucho acostumbrame. 

Aleix en el Prix de Lausanne de 2008,
donde ganó el primer premio.
Creo que fue al ver un espectáculo de David Campos cuando siendo muy pequeño te sentiste atraído por el ballet. Lamentablemente su compañía ha desaparecido, a Ángel Corella no parece que le vaya mejor con su proyecto, a nivel cultural y sobretodo en danza, el futuro en Cataluña es muy negro tanto para profesionales como para espectadores...

Es una pena que no se apoye la cultura. Una cosa tan necesaria sobretodo en momentos difíciles…., la cultura mima el alma. Yo crecí rodeado de arte y creatividad al estar tan relacionado con el mundo de la danza desde pequeño y puedo decir que me ha aportado mucho. No sería la  misma persona si no me hubiera empapado de todo lo que sentí y viví en esos momentos.

Actuaste en el Liceu con motivo de la celebración de los 25 años de la compañía de David poco antes de que ésta se disolviera, ¿qué sentiste al poder bailar en ese precioso teatro y en tu ciudad?

Fue una mezcla muy opuesta. Por un lado me sentí contento de volver a bailar para el público barcelonés en un teatro tan emblemático como es el Liceu. Por otra parte me sentí triste. Triste al pensar que era una cosa pasajera y que después de ese espectáculo tenía que volver a mi verdadera casa artística. Me acuerdo que, calentando entre bambalinas, se me cruzó por la cabeza lo genial que sería poder acoger Barcelona como mi sede artística y poder bailar en esta ciudad y magnifico teatro. Pero sabía que no era un pensamiento realista, por el momento.

En Hamburgo has obtenido mucho reconocimiento tanto por la crítica como por John Neumeier que no ha dudado en ofrecerte papeles relevantes en sus nuevas coreografías pese a tu juventud, supongo que te sentirás satisfecho....

El hecho de poder dedicarme a lo que me gusta es una alegría enorme. Y si encima te reconocen el esfuerzo es muy gratificante. Para mí la mayor satisfacción es formar parte de nuevas creaciones, ver el proceso creativo, pero sobretodo sentirlo y vivirlo. Son momentos mágicos, en los que uno aprende a ser mejor artista y a encontrar la verdadera esencia de uno mismo.

Aleix en Nijinsky de John Neumeier.
Foto Ivan Urban
También has tenido la oportunidad de compartir escenario con grandes estrellas invitadas como por ejemplo Alina Cojocaru en Liliom ¿cómo lo vives?

Son oportunidades únicas para aprender y empaparse de estos grandes artistas. Recuerdo la creación del espectáculo Liliom con mucho cariño. Fue un momento de enorme crecimiento artístico. El sentimiento de estar creando algo nuevo, es único.  Y poder compartir todo este trabajo con gente como Alina o Neumeier te hace crecer como artista y persona.

¿Te gustaría participar en alguna producción clásica de repertorio o prefieres obras más neoclásicas?

Si claro. Le tengo una gran admiración y respeto a los grandes clásicos. Son la base. He tenido algunas oportunidades de bailar extractos como el paso a dos de la Sylphide de Bournonville, o el Festival de las Flores y son experiencias muy importantes.

Ahora mismo estoy en una compañía de un creador. Lo que implica que la mayor parte del repertorio con el que trabajo es del mismo coreógrafo. Esto tiene sus partes positivas y negativas, como todo. El hecho de poder trabajar con un mismo coreógrafo y crear ballets nuevos, es una experiencia única. Pero también me gustaría poder trabajar con más personalidades de la danza y abarcar diferentes estilos y mentalidades.

Creo que también has hecho ya tus pinitos como coreógrafo....

Si. He tenido la oportunidad de crear pequeñas piezas coreográficas para los ciclos de jóvenes coreógrafos del ballet de Hamburgo. Siempre he estado rodeado de coreografía. Ya desde pequeño cuando crecí junto a la compañía de ballet David Campos. Para mi es algo esencial, experiencias únicas. La última creación que realicé fue un trabajo muy interesante para mí. Me inspiré en la obra del genial artista catalán Antoni Gaudí*. 

Aleix en Lilium de John Neumeier. Foto: Holger Badekow
Al principio fue un trabajo de búsqueda, hasta que llegue a la esencia de lo que quería plasmar en mi coreografía. Fue una experiencia para entender y descubrir parte de su obra y poder al final dibujar y crear su arquitectura y emociones a través del movimiento. *(Aleix se refiere a Trencadïs, estrenada en el mes de marzo de 2012 en el Shauspielhaus de Hamburgo, por la que fue premiado como "joven promesa de la danza" por parte de la revista alemana Tanz, que también le premió por su papel como Louis, en la nueva creación de John Neumeier "Liliom").


¿Cómo encaras el futuro? ¿Qué retos te esperan esta nueva temporada?

Estoy en un momento lleno de energía y creatividad. Es algo esencial en nuestra profesión de bailarín. Tengo bastantes proyectos en mente, aparte de la programación dentro del ballet de Hamburgo que es siempre muy completa e interesante. Uno de estos proyectos, es la colaboración con la fotógrafa australiana Kate Baker. Es un trabajo en el que queremos plasmar el “alma de Nijinsky”. Es bastante ambicioso el proyecto, ya sea por su contenido, como por la gran personalidad en la que trabajaremos. Y el segundo proyecto, es un trabajo coreográfico y musical completo sobre el artista catalán Salvador Dalí, en colaboración con los grandes pianistas Carles Lama y Sofía Cabruja. Está pensado para estrenarlo en agosto dentro del Festival de verano de Sant Pere de Rodes.