Ada y Júlia en su época de estudiantes del CDC. |
Ada
González y Júlia Roca, dos jóvenes bailarinas catalanas formadas
en el Centre de Dansa de
Catalunya (CDC) que dirigen Joan Boix y
Roser Muñoz, bailaron en Barcelona, su ciudad, invitadas para la
Gala de clausura del Certamen Internacional de Danza Ciutat de
Barcelona y charlaron con nosotros.
Carolina Masjuan
Ada
es bailarina principal en el Ballet de Sibiu, Rumanía, Júlia es
bailarina en la Companhia Nacional
de Bailado con sede en Lisboa. Dos jóvenes con gran
talento que sólo tienen palabras de elogio para la escuela en
la que se formaron y sus dos directores, Joan Boix y
Roser Muñoz, en la que Roser fue su mentora y a
quien responsabilizan de haberles inculcado su gran amor por la danza
y haber provocado su decisión de querer ser bailarinas.
Ada en Giselle. Foto: Ovidiu Matiu |
Ada
empezó en la escuela Company & Company dónde hacía diversos
estilos de danza y cuando Joan y Roser fundaron su escuela, el CDC,
se fue con ellos para seguir formándose y convertirse en una
bailarina clásica “con doce o trece años aún no sabes
exactamente qué significa ser una bailarina, es al ir madurando
cuando te das cuenta de ello y puedes decidir si realmente es lo que
quieres y si te encuentras con alguien como Roser, que sabe
transmitirte todo su bagaje y sobretodo su amor por este Arte, la
decisión de bailar se transforma en algo casi instintivo, como si
no se me hubiera dado elección” afirma.
Júlia
empezó en el Oriol Martorell, audicionó para
el Institut del Teatre y la cogieron, pero tras
algunos cursos, en el verano entre cuarto y quinto curso de
grado medio, decidió ir al curso de verano en Company &
Company donde impartían clases Roser y Joan, y de ahí quiso
quedarse con ellos porque en el Instituto no se sentía
estimulada, “ninguna de mis compañeras pensaba seriamente en
ser bailarina, estuve casi a punto de dejar la danza, así que
decidí ir a Company & Company y de ahí al CDC y en el CDC no
puedes dormirte, Joan y Roser te dan mucha caña y si quieres
convertirte en bailarina eso es lo que necesitas” comenta entre
risas.
Julia en Cascais. Foto: Leandro Araujo |
En
el CDC se fomenta la participación a concursos, ambas ganaron, entre
otros, una edición del Certamen Internacional de
Danza Ciutat de
Barcelona, que ahora las ha invitado ya como artistas
profesionales, para representar a la danza catalana en
la gala de clausura. Consideran que aunque no es imprescindible
presentarse a concursos para convertirse en bailarín profesional, sí
que eso te obliga a prepararte a fondo con una variación, te permite
pisar escenario, valorarte, compararte y darte cuenta de cuáles
son tus puntos fuertes y débiles, ensayar más y apreciar el nivel
que existe en otros países, lo cual siempre es bueno y "sirve
de estímulo externo cuando a veces pierdes la motivación", nos
comenta Ada.
Júlia se muestra de acuerdo y añade que son pequeños
escalones que uno va subiendo para conseguir su objetivo, un
concurso, otro, esta vez con más nivel, un festival, una actuación
del curso de formación, pequeños avances hasta tener el nivel
necesario para poder audicionar. “La
participación a concursos motiva para trabajar, hace que tomes
responsabilidades, aunque también te pueden frustrar, pero a
la vez te hacen
más fuerte” afirma.
Ada y Stefan Mester en El Corsario. Foto: Ovidiu Matiu |
Hablando
de audiciones sus experiencias no podían ser más distintas. Ada
realizó nueve en tres meses antes de que la contrataran. Nos
confiesa que cada “no” significaba una profunda decepción,
además del gasto en unos viajes que llevaban a ninguna parte. Al
final mediante un mail y un video obtuvo su primer contrato
en la segunda compañía más importante de Rumania, el Ballet de
Sibiu –la primera es la nacional que dirige el bailarín danés ex
estrella del Royal Ballet, Johan Kobborg-.
Júlia, en cambio, se desplazó a Amsterdam para audicionar para
el HET y aunque no obtuvo contrato para esta compañía, la vio la
directora de la Companhia Nacional de Bailado
de Lisboa y le ofreció un contrato temporal allí para su
ballet de la Bella de Ted Brandsen (Director
del Het), que se iba a representar en breve. También
había audicionado para el ballet de Lituania dónde
también la cogían, pero optó por el Ballet Nacional de Portugal en
el que ese contrato temporal se convirtió en fijo al poco
tiempo. O sea, que sus dos únicos intentos tuvieron resultado
positivo.
Júlia Roca. Foto: Alexandre Cabrita |
“El caso de Júlia no es lo habitual” comenta Ada,
“lo normal es que te dejes la piel audicionando y que el
contrato tarde mucho en llegar” afirma, y añade “con esto no
quiero sacar ningún mérito a Júlia, al contrario, es una gran
trabajadora y luchadora que tuvo la suerte que merecía, pero sí que
es verdad que es muy difícil conseguirlo a la
primera”. “Audicionar es
un proceso muy duro, tú lo único que deseas es encontrar un sitio
donde seguir formándote y crecer, porque aún queda mucho camino y
cada negativa es como descender un poco en tu propia valoración”
añade.
Ahora
mismo ambas están muy contentas y agradecidas con sus respectivas
compañías. Ada se ha convertido en una estrella en Sibiu donde está
teniendo magníficas oportunidades. Todos los roles principales del
repertorio clásico los está bailando de forma ininterrumpida "es
muy cansado y a veces no te sientes a la altura, pero te da la
experiencia para mejorar en tu siguiente espectáculo, no puedes
querer ser perfecta a la primera, aunque es bueno
intentarlo" comenta con esa convicción y claridad de ideas
que sorprende en alguien tan joven. Y es que en poco más de un año
ha bailado Giselle, Odette/Odile,
Aurora, Kitri y
ahora Lisa en la Fille Mal Gardée.
“Es lo bueno que tiene estar en una compañía pequeña, tienes
muchas más oportunidades y aunque no es la principal de Rumanía,
bailamos mucho y tiene mucho reconocimiento en el país”. Ada nos
explica que la adaptación a Rumanía, sus costumbres y su lengua, en
la que ya se defiende muy bien, y a la compañía, ha
sido mucho más fácil gracias al apoyo de su pareja, el bailarín
rumano Stefan Meşter,
pareja profesional y también sentimental de la bailarina, que la ha
ayudado en todos los sentidos, “también en el tema de la dieta,
algo con lo que siempre he tenido ciertos problemas” confiesa.
Además se da la circunstancia de que Mester, quien ya llevaba dos
temporadas en el Ballet de Sibiu cuando ella llegó, tiene familia
afincada en Barcelona.
Ada en Carmen. Foto: Ovidiu Matiu |
Júlia,
que también domina ya el portugués, se muestra así mismo muy
contenta ya que tiene muchas oportunidades y aunque no los baile en
el escenario, también ella aprende los roles solistas de
los principales ballets de repertorio y muchas obras contemporáneas.
Ha sufrido alguna lesión que la ha obligado a mantenerse apartada
del escenario durante un mes, de hecho a principios
de marzo tuvo que dejar la escena porque se rompió un
dedo del pie. Sólo había tomado cuatro clases antes de bailar ahora
en Barcelona y a su favor tenemos que decir que su interpretación
de Myrta nos cautivó. Si ya en la primera pieza neoclásica
(Modern coreografia propia,
con música del pianista Massimiliano Greco)
demostró una solvencia técnica fuera de toda duda, supo dar
a Myrta toda
la prestancia de la Reina de las Willis, sus
pequeños grand jetées sumamente
ligeros, su perfecta posición del torso y sus equilibrios, nos
brindaron una Myrta muy
representativa de lo que se espera de este personaje.
Ada
por su parte bailó, junto a su apuesto Don José, Stefan Meşter,
claro, un paso a dos de la versión de Carmen del coreógrafo
rumano Adrian Mureşan.
La verdad es que por lo que vimos en este paso a dos, nos quedamos
con ganas de ver el ballet completo. Ada estuvo sensual y
provocativa, Don José como no podía ser de otra forma, totalmente
cautivado. Un paso a dos con unos portés muy
bonitos y muy bien ejecutados, que se llevó una gran ovación. La
otra intervención de la pareja fue el paso a dos del cisne blanco de
El Lago de los Cisnes, muy bien bailado e interpretado, junto con
su Siegfried,
de nuevo Stefan Meşter.
Ada, por suerte, es resistente y no ha sufrido lesiones serias,
alguna tendinitis, pero en general se considera muy afortunada en
este sentido.
Julia como Medora. Foto: Gina Nunura |
El
repertorio preferido de ambas bailarinas es el clásico puro, “por
su belleza y perfección, pero también hay que ser realista y asumir
que es el que más castiga”. “Tras una buena carrera, la opción
de piezas neoclásicas puede ser también muy gratificante ya que hay
obras preciosas en ese estilo, y sigue siendo ballet, que es para lo
que hemos sido más entrenadas” comenta Ada. “Para mí el ballet
es una forma de arte única. Se pueden decir cosas a través del
ballet, que nunca podrían expresarse con palabras, el ballet tiene
la habilidad de sensibilizar a las personas a un nivel muy profundo.
En cierto modo, el ballet ahora es más valioso que nunca”. “Hoy
en día todo pasa muy rápido y la vida está tecnológicamente
sobrecargada. Las personas están constantemente mirando el
ordenador, en las redes sociales y utilizan sus teléfonos para
entretenerse. Pero ir al teatro a ver un ballet es único, ya que es
completamente en vivo y en el momento, sin filtros; es real y
tangible” comenta Julia con pasión.
Respecto
a sus respectivas experiencias en Portugal y Rumanía, Júlia se
siente muy satisfecha en Portugal porque se potencian mucho las
artes. La compañía está subvencionada y nadie se lo
cuestiona, aunque claramente se note la crisis, se da a la
cultura la importancia que merece y los portugueses se sienten muy
orgullosos de tenerla y la siguen con mucho interés.
Ada en Odile con Mircea Mintenau. Foto: Ovidiu Matiu |
En cuanto a
Rumanía, Ada se erige con decisión como defensora a ultranza de
este país, bastante, por no decir, muy, desconocido por la mayoría
de españoles y que se suele asociar a un país de gitanos. “Pues
NO”, dice Ada, “es un país con mucha cultura y cuyos
habitantes la defienden y la reivindican”. “Hay siete compañías
de danza, con eso te lo digo todo y ¿qué tenemos aquí? ¿de qué
podemos enorgullecernos nosotros? Yo diría que tenemos una compañía
y media en Madrid, el proyecto de los Ballets de la Generalitat
Valenciana y punto” afirma contundente. “La de Sibiu es la que
estaría en segundo lugar en Rumanía, no se puede comparar con
la primera que es la famosa, pero es una buena compañía que da
trabajo a los bailarines de allí y brinda oportunidades a otros”
afirma.
De
Cataluña y el Liceu prefieren
no hablar tal es su descontento e indignación. No entendemos cómo
no hay una compañía de ballet donde los bailarines de aquí tengan
la opción de quedarse si lo desean. Hay tradición en danza, pero se
desconoce y parece que no interesa que se sepa o incluso los
responsables culturales no saben acerca de ello. Tiene que haber un
Ballet de Barcelona, lo reivindicamos. “Yo estuve en las filas del
Ballet de Barcelona de Ángel Corella, con su Lago de los Cisnes en
el Liceu y
en su gira americana y fue una experiencia maravillosa. Todos
soñábamos en que la compañía se consolidara y permaneciera. No se
entiende que no supieran valorarla y que no tengamos nada, ni se lo
planteen de ninguna forma” afirma Júlia.
“La gente en
general piensa que aquí no somos buenos en ballet, creen que
solo lo de fuera es bueno y que
es más seguro que los ballets
extranjeros vengan, porque en España solo somos buenos en futbol y
algún que otro deporte más... (pongo por ejemplo una vez que
asistí a
El
Lago de los Cisnes representado por 'El Ballet
Ruso' y tristemente, fue horrible de ver, pero como es
extranjero piensan que tiene que ser bueno y hay
público que no entiende pero que quiere ver ballet y ve lo que le
dan, y ¿por qué
no tener un ballet que presente un repertorio variado y
constante en Cataluña?) , hay un gran desconocimiento del nivel
y la cantidad de buenos bailarines que han habido y están
habiendo en España. Una pena no ser reconocido en tu propio
país” comenta Júlia con tristeza.
Júlia en una foto de estudio. Foto: Rodrigo de Souza |
Bailarines
que les inspiran y a quienes admiren….. “ufff son
tantas las bailarines que me gustan, cada una por una cosa distinta”
comenta Júlia. Pero hay un nombre que sobresale por encima de todos
y en el que coinciden: Marianela Nuñez,
“por su enorme calidad artística, desde luego, pero también por
su accesibilidad y humildad” nos dice Júlia. Ada
especifica: “para mí Marianela, aparte de romper con unos cánones
físicos que parece que se apoderan del mundo de la danza
últimamente, y su técnica impecable, me cautiva por como
ha hecho cada rol clásico tan suyo, como ha dotado de una nueva
personalidad a cada rol principal, y me parece muy bonito que
alguien, después de tantos años de tradición, haya innovado
en cada rol y pueda servir de inspiración a nuevas bailarinas para
que creen su propia personalidad al bailar cada ballet, en lugar de
copiar la una de la otra”. “Es un
ejemplo en todos los sentidos” concluyen.
Hablamos
del IBStage,
de la impresionante ocasión que significa para los jóvenes
aspirantes a bailarines y la repercusión que supone para Barcelona.
Comentamos el hecho de que Marianela probablemente repita en la Gala
de este año y ambas se entusiasman, aunque en esas fechas
normalmente no les es posible desplazarse a su ciudad.
Ha
sido un placer charlar con ellas y sobre todo verlas bailar en
Barcelona, donde no tienen muchas oportunidades de hacerlo. Sus
respectivas compañías hacen algunas giras, o lo intentan en el caso
del ballet de Sibiu, ya que la última al final no pudo realizarse,
pero de momento no hay ninguna previsión de que así sea. Pensamos
en Terrassa y su magnífica y longeva temporada de danza, o
en Sant Cugat…
¿por qué no?
Muchas
gracias a ambas y esperamos que ¡hasta pronto!