Curiosa expresión de Alejandro durante la entrevista (Foto: L.R.) |
Este bailarín y coreógrafo madrileño que todavía no ha llegado a la cuarta década de su vida, vive feliz en Chicago con la bailarina Ana López y con Lúa, una preciosa niña de 2 años, hija de la pareja. Él hasta hace dos años fue coreógrafo residente del Hubbard Street Dance, ella una magnífica bailarina de la misma compañía. Ahora, este trío de sangre española vive los avatares del Covid-19 en su apartamento estadounidense.
Lola Ramírez
Por esa magia inexplicable de las nuevas tecnologías hacemos la entrevista a través de Face Time y tengo el placer de conocer a Lúa, que no está dispuesta a que todo el protagonismo del momento se lo lleve su famoso papá. De entrada me llama la atención el nombre gallego de la niña, pues a Alejandro lo conozco desde hace muchos años, cuando ambos éramos novatos en nuestras respectivas profesiones (él mucho más que yo) y sé que por sus venas no corre sangre gallega. "Ana, mi pareja, es de Sada", me dice. Casualidades de la vida, yo le estoy haciendo la entrevista desde un pueblo gallego desde el que puedo ver la localidad en la que nació su chica. Se lo digo y se ríe. "Ya lo sé", y por unos momentos recordamos tiempos pasados, juventud superada aunque no olvidada, que nos hace sonreír y olvidar por unos segundos a este impertinente bicho empeñado en poner al mundo global del revés.
Para Alejandro Cerrudo lo peor del Covid-19 es el presidente de los Estados Unidos. "Da algo de miedo porque se ve que es un poco ignorante y hace de menos las vidas humanas y este virus". Las restricciones en el país que dirige Donald Trump no han sido ni están siendo "tan fuertes" como en España. "El presidente ha decidido que el gobernador de cada estado tome sus decisiones de abrir o cerrar. Por ejemplo, en Atlanta, estado de Georgia, ya pueden ir al cine o a la bolera, pero allí el virus está presente igualmente". El bailarín y coreógrafo madrileño confiesa que ve poco las noticias "porque me emparanoio como se emparanoia todo el mundo. Hago la compra por Internet y cuando me la traen intento desinfectarlo todo y lavarlo lo mejor posible. Hay momentos que ya no sabes lo que has tocado y lo que no has tocado".
Lúa escucha hablar a su papá y asoma su preciosa cara a través de la pantalla. Intercambiamos besos virtuales, ella totalmente ajena a eso tan serio de lo que habla el autor de sus días. "¿Qué quieres chiquitita?", le pregunta Alejandro a su niña. Y la chiquitita dice que quiere leche. "Pídesela a mamá". Mamá está trabajando en otra habitación del apartamento y Lúa no atiende a lo que dice su papá, quiere leche y quiere que se la dé él. Alejandro pone una expresión inocente y me dice que el Covid tiene también estas cosas. Toca trabajar en casa y conciliar profesión y paternidad, lo que implica hacer una entrevista atípica en la que una pequeña y deliciosa niña reclama de vez en cuando un mínimo de protagonismo. "Al principio tomamos el confinamiento muy bien —continúa Alejandro—. Yo tenía muchos proyectos, íbamos a viajar mucho los tres, pero esto nos ha obligado a parar. Entonces pensamos que dentro de lo terrible de la situación, podíamos disfrutar como nunca de la familia y de nosotros mismos. Tenemos la oportunidad de apreciar lo bueno que te está ofreciendo la vida, dentro de lo terrible que es todo esto. Poder dedicar las 24 horas del día a lo que más amas, era una "joya" que no podíamos dejar de apreciar".
Cerrudo nos habla de sus dos grandes proyectos desde su apartamento de Chicago (Foto: L.R.) |
"Está claro que va a haber un antes y un después del Covid, pero lo cierto es que esta situación nos está forzando a tener una unión que, aunque en esencia ya existiera antes de la llegada del virus, no se podía materializar. A mí me encanta tener muchos proyectos, pero a la vez me ponía muy triste el no poder estar tanto tiempo con mi hija, no poder disfrutar de ella o tener que llevarla de un lado para otro".
- ¿Qué tiempo tiene Lúa?
- Acaba de cumplir dos años.
- Ana, tu pareja pertenece también al mundo de la danza, ¿no?
- Sí. Llevamos juntos diez años y ella bailaba en el Hubbard Street Dance. Yo dejé la compañía en 2018, dimití, y ella dejó de bailar con ellos en 2019, así es que ahora somos freelancers. Yo empecé a producir mi propio proyecto por primera vez. Esto es lo más grande. Mis dos proyectos más importantes en estos momentos son mi niña y mi proyecto profesional que he empezado desde cero. Eso significa que soy el productor, director, coreógrafo y todo. Tengo que buscar el dinero, contratar a los bailarines y ocuparme de toda la logística.
- ¿Tienes tu propia empresa?
- En términos legales sí. Pero es algo que empieza y termina con un único proyecto. Un proyecto que consiste en una noche completa de espectáculo de danza. Y cuando podamos hacerlo e ir de gira tendrá un principio y un final. No se trata de una compañía, yo sigo trabajando para quien me contrata. Esto es una excepción, no va a ir más allá de lo que es el proyecto en sí. Hacer algo así no es fácil, yo no he recibido ningún tipo de ayuda por parte del gobierno, todo está financiado por individuos que apoyan la cultura y que creen en lo que hago, gente que tiene un corazón y una generosidad increíble.
- En ese sentido EEUU es un paraíso para un artista, porque hay una cultura de mecenazgo que no existe en nuestro país.
- Si vamos a hablar de paraíso, yo creo que más paraíso es Alemania, porque allí es el gobierno quien apoya al artista y a la cultura, no son las entidades privadas. El hecho de que a mí me apoyen individuos no significa que eso sea fácil y que apoyen a todo el mundo. Yo tengo ya una reputación aquí, llevo muchos años. Pero esto es un proceso, no es tan fácil como pedir y que te den. Esto no es un paraíso. Yo soy muy afortunado porque ahora en mi primer proyecto en solitario estoy consiguiendo que se me apoye, pero lo ideal sería que no tuviera que extender la mano y pedir que se me ayude, lo ideal sería que el ejemplo de Alemania se repitiese aquí y que fuera el gobierno quien financiase la cultura.
El proyecto de Alejandro se llama It's stars now. Se trata de una obra muy abstracta en la que participan ocho bailarines. Danza contemporánea con formas teatrales. "Me encantaría que no se pudiera definir, que la definición fuera 'maravilloso'". El proyecto lleva en la cabeza del coreógrafo madrileño desde 2018. "La idea de producir mi propio espectáculo empezó por dos razones que han sido los pilares de esta obra. La primera, crecer como persona y como artista para aprender cosas que no he hecho nunca, la parte de producción, la parte de conseguir fondos, contactar con teatros, hacer contratos, el marketing, meter la cabeza ahí y aprender. Y la segunda razón es hacerlo de la manera que a mí como artista me va a beneficiar más.
- ¿Tienes un sitio fijo para trabajar?
- No, eso es algo en lo que estoy trabajando para este proyecto, en conseguir residencias, es decir espacios en los que tuviésemos acceso a un estudio y que al mismo tiempo yo les pudiera proporcionar alojamiento a los bailarines además de pagarles muy bien, ¿sabes? No se trata de negociar contigo para ver cuánto saco sino ver cuánto puedo conseguir para poderles pagar a mis bailarines lo máximo.
Cerrudo explicando una coreografía suya |
- ¿Nunca te has planteado volver a España?
- A veces se te pasa por la cabeza, pero yo en España no podría hacer nada. Está la Compañía Nacional de Danza y nada más. Podría hacer lo que estoy haciendo ahora y luego volar a donde me contraten.
- Seguramente estáis muy bien ahí, en Chicago
- Sí, ahora como ya no estamos en Hubbard Street Dance, nos está rondando la cabeza el mudarnos. Desde que tuvimos a Lúa y yo dimití en el HSD estamos en transición, llevamos dos años de transición.
- ¿Por qué dimitiste?
- Porque llegamos a un punto en el que yo no compartía la visión artística del director. No me estaba dando la oportunidad de crecer. Me pidieron que no hiciera el proyecto que estoy haciendo. Se juntaron muchas cosas. Ahora van a cambiar de director. Por otra parte, tengo que decir que he estado muy bien en esa compañía. En ella he vivido la mayor parte de mi carrera y de mi éxito como coreógrafo. Allí fue donde empecé esa faceta de coreógrafo y donde he podido cultivar mi experiencia y lo que hago.
- Con el Covid, ¿paro total?
- Sí, a mí me han cancelado todos los proyectos, excepto uno que todavía no me han cancelado. Se trata de un trabajo para el Check National en Praga, en noviembre, pero todavía no sabemos si se puede hacer o no. Una buena noticia fue que antes del Covid una compañía clásica que se llama Pacific Nord West Ballet me nombró coreógrafo residente y se supone que empiezo en septiembre con un contrato de tres años. Ya empecé a trabajar con ellos en una coreografía que se llama One sit in pieces, estuve allí seis semanas con dos asistentes y se canceló justo dos semanas antes del Covid, pero se han portado conmigo super bien y si todo encaja en septiembre lo retomaremos; la primera creación no será hasta marzo del 2021, así que vamos a ver.
- Ahí en Chicago, ¿podéis salir libremente a la calle?
- Se supone que te tienes que quedar en casa, a no ser que salgas como en España a comprar comida o ir a la farmacia o al médico, pero no hay policía, nadie te va a parar por la calle. Han cerrado los parques, eso sí.
- ¿Qué haces a lo largo del día?
- Desde luego no nos aburrimos. Con una niña pequeña tus horarios tienen que adaptarse a ella, pero lo cierto es que estamos muy entretenidos. Vamos a hacer un vídeo que nos pidió el Gugenheim Work and Process (que es una rama del Gugenheim Museum dedicada a la danza y a las artes en general) y yo trabajé con ellos hace tres años e hice una actuación en la rotonda del Museo, un espacio muy original. Y, bueno, tengo esa relación con ellos y he contactado con algunos artistas para hacer unas mini comisiones que nos han pedido, algo que represente a unos artistas haciendo arte en casa.
- ¿Os lo han pedido a tu pareja y a ti?
- Sí, nos lo han pedido a los dos. Es un montaje con cuatro bailarines que escogí yo. El proyecto era de Daniil Simkin, bailarín principal del Americam Ballet Theatre. Daniil me contrató para ponerlo en marcha y yo por mi parte contraté a tres bailarines y uno de ellos es Ana, porque Ana es una fuera de serie.
- No es que lo digas tú...
- No, es tan obvio que es buena que no me causa ningún problema contratarla. Nos conocemos mucho, hemos trabajado en varias ocasiones juntos y eso no me ha creado ninguna situación incómoda. Si ella no bailase bien estaría en constante apuro, pero como es una fuera de serie no tengo ningún reparo en contratarla. Yo siempre me pongo el listón muy alto en todo lo que hago y ahora nos han pedido que hagamos esto en casa, pero con Lúa es un poco difícil.
- Integrarla en el conjunto.
- Podríamos hacerlo, pero no queremos. No hemos puesto ninguna foto de ella en ningún lugar, aunque nos morimos por hacerlo, pero yo quiero que ella sea más consciente, que pueda tener una voz. Llegado el momento ella puede pensar que sus padres fueron tontos por haber resguardado tanto su imagen, pero hemos tomado esa decisión y por eso no la integramos en este vídeo, pero sería genial porque bailamos todos los días. Ella me coge del brazo y me dice, venga, vamos a bailar. Ana y yo antes de tenerla dijimos que ni la íbamos a inclinar hacia la danza ni queríamos comprarla nada rosa. Pues le encanta el color rosa y le encanta bailar.
- Lo lleva en los genes.
- Esta claro que nos ha visto bailar desde que nació. La hemos tenido en el estudio con nosotros porque no había otra forma de hacerlo, entonces nos ha visto bailar desde que era un bebé. Si nosotros decimos vamos a trabajar, ella interpreta vamos a bailar y le encanta hacerlo. Un día pusimos El Lago de los Cisnes y no veas cómo mantenía el ritmo. Pero, claro, qué voy a decir yo que soy su padre. Así es que me imagino que hacer este vídeo que queremos hacer, con ella por el medio no va a ser fácil.
- Con esta movida, cuando terminéis el video se terminó ya el confinamiento.
- No sé cuándo se va a terminar esto porque para el mundo de la danza es más complicado todavía. Es el último sector que va a empezar a trabajar. No me imagino a la gente sentándose en un teatro que a lo mejor tiene un aforo de 2000 personas.
- ¿Te preocupa mucho el futuro?
- (Se lo piensa un rato) Intento no pensarlo, pero cuando lo pienso sí que me preocupa, estoy intentando buscar alternativas. Estoy intentando el plan B, C y D. Supongo que como todo el mundo. El caso es que las actuaciones se están posponiendo. No sabemos cómo va a acabar y cuando acabe cómo va a ser.
- ¿Tienes gente en tu entorno que haya pillado el coronavirus?
- No directamente. Mi hermano, que vive en Madrid, estuvo un poco malo y se hizo dos tests y le dio negativo y aún así por protocolo le llamaron para hacerle un tercer test que también dio negativo, pero bueno tiene algún problemita, pero está bien.
- Algo bueno nos dejará este drama.
- Yo creo que sí, creo que nos va a unir un poco más y espero que nos abra los ojos a todos los problemas globales del mundo, porque esto no lo puedes eludir, no te puedes escapar a otro país, el virus está en todo el mundo. Espero que esto nos haga abrir los ojos a todos los problemas que afectan a la Tierra y que debemos afrontar juntos.