Lucía y Marlon Dino en La Dama de las Camelias |
En un perfecto francés, Lucía nos atendió en un camerino de
Peralada previamente a la función en la que homenajearía al que ella considera su
descubridor, el coreógrafo francés Roland Petit, recientemente fallecido.
Loïc le Duc/Carolina Masjuán
Loïc le Duc: ¿Puede explicarnos como llegó a principal
con el Ballet de Munich?
Lucía Lacarra:
Oh, ¡es una larga historia! Tenemos que remontarnos a septiembre de 2002, hace
ya nueve años que estoy en Munich. De hecho es bastante curioso ya que me fui a
San Francisco en septiembre de 1997, se lo cuento, porque después de un mes de
estar allí, vine a bailar como invitada al English National Ballet el Cascanueces que Derek Dayne acababa de
crear. Ese diciembre, después de una de las funciones, me encontré con Ivan
Liska, que había ido a ver el espectáculo y me dijo que cogía la dirección del
Ballet de Munich para la próxima temporada y que estaba interesado en que yo
fuera allí. Le dije que no era posible, acababa de firmar para el San
Francisco, pero de todos modos él me explicó cual era su idea y el repertorio
para ese teatro maravilloso de la ciudad. Realmente me interesó pero a mi,
después de tres años con Roland Petit, lo que me apetecía era experimentar
nuevas cosas. No obstante, sabía que no había marchado a Estados Unidos de
forma definitiva sino que volvería a Europa un día. Cinco años más tarde, sentí
que era el momento de volver y a la primera persona que contacté cuando tomé la
decisión, fue a Ivan Liska. Además fue curioso ya que acababa de venir para
hacer una gala en Stuttgart y el día de la general, que era a
las 10 de la mañana, hice el ensayo, cogí un tren, me fui a
Munich, encontré a Ivan e hicimos una especie de prueba y firmé el contrato. Fue una
decisión de lo más acertada ya que hace ya ocho temporadas que estoy allí y eso
es ya todo un record para mí ya que lo máximo fueron mis cinco años en San
Francisco.
La verdad es que estoy encantada, tenemos un teatro
maravilloso, un repertorio sublime
ofreciendo un amplio abanico de posibilidades, desde el
clásico más clásico al contemporáneo más rabioso, pasando por esos ballets
dramáticos que adoro y que son tradición en Munich. Además la ciudad es
preciosa y se vive muy a gusto, siendo su situación perfecta ya que está en el
centro de Europa, con un aeropuerto sensacional que en un momento te permite
llegar a cualquier sitio, lo cual te hace la vida muy fácil. Con Ivan nos entendemos realmente bien. Siempre que es
posible me permite moverme, ir a hacer espectáculos fuera. Sinceramente he
encontrado lo que siempre busqué, mi compañía ideal, así que así fue como
empezó todo y de momento aquí me quedo.
LlD : ¿Cual es el lugar de
la compañía de Munich en el paisaje alemán de la danza clásica?
En Munich existe una
enorme tradición, una gran tradición de la Danza. Sus habitantes
están muy orgullosos de su teatro y de su compañía de ballet y lo que es
magnífico es que hemos conseguido en la compañía hacer una mezcla de ballets de
todos los estilos, lo cual es muy interesante para un bailarín ya que al fin y
al cabo nuestro repertorio es la única riqueza que poseemos y nosotros hemos
mantenido todos los clásicos, Don Quijote,
La Bella, El
Lago, Giselle, Corsario,… los tenemos todos y cada año
bailamos tres o cuatro y los mezclamos con los neoclásicos románticos, como Onegin, Romeo y Julieta, La
Fierecilla Domada, la Dama de las Camelias,… continuamos con todos
los Balanchine, Robbins, McMillan, y luego Kyllian, Forsythe, Mats Ek,… Es
realmente rico como repertorio para un bailarín y, claro, eso es muy
interesante y al mismo tiempo para el público es magnífico, tienen la posibilidad
de elegir qué es lo que tienen más ganas de ver. Además hay tres ballets
nuevos, como mínimo, cada año. Cada temporada cambia muchísimo todo el
repertorio, siempre se están ofreciendo muchas cosas nuevas, tanto a los
bailarines como al público, así que el teatro está siempre lleno lo cual es muy
motivador.
LlD: Sus roles ¿cómo los elige? ¿qué es lo que
quiere bailar, Ek, Giselle?
Soy de la opinión, y es una opinión personal, que no todos
los bailarines estamos hechos
para bailar cualquier cosa. Evidentemente que todos podemos
bailarlo todo, pero los hay que son mejores en unas cosas que en otras, así que
está muy bien que con su director uno tenga esa “entente” esa franqueza para
decir “esto no me gusta, no me siento bien con ello”, o, por ejemplo, yo
siempre he pensado sobre el trabajo de Mats Ek, que me gusta verlo pero no
bailarlo. Es demasiado fuerte, demasiado duro para mi cuerpo. Yo tengo un
cuerpo que es demasiado elástico y Mats Ek requiere casi una musculatura de
hombre y me da la impresión que me rompería y no vale la pena. Hago Forsyhte,
Kilian, y no hay problema así que está muy bien estar en una compañía donde
puedes decir “oiga, yo eso realmente no desearía hacerlo”. ¡Hay tantos
bailarines que estarán encantados de hacerlo! en cambio yo pienso que no
disfrutaré e incluso pienso que no estaré lo suficientemente bien, no tengo
ningún problema en confesarlo. Cada uno se conoce y sabe lo que le conviene.
Yo bailo porque me apasiona, adoro lo que hago y no soy
alguien a quien se pueda forzar a hacer algo que va en contra suyo, porque no
disfrutaría y no podría ofrecer placer al público y yo cuando bailo debo
sentirlo, no se trata solo de un reto doloroso en el que se tenga que sufrir…
Sí, tal vez lo hagas cuando empiezas, pero al cabo de cierto tiempo, y yo ya
llevo profesionalmente veintiún años en esto –empecé a los quince años- ya he
descubierto lo que me gusta, lo que adoro y sé que no disfrutaría bailando por
ejemplo Ek….
Carolina Masjuan: Y
respecto a Duato, cuando Multiplicidad…
entró recientemente en el repertorio ¿sintió interés por bailarlo? ¿llegó a
hacerlo?
No, no lo bailé, pero no fue una elección. En esa época fue
cuando me rompí una rodilla. Nacho vino a hacer un casting en el mes de Mayo y
yo no empecé a trabajar hasta Julio, así que ya no formé parte del elenco. Fue
una terrible lesión y después de seis meses de paro reincorporarte a la
temporada es duro, hacer ocho horas de ensayo de un nuevo ballet para empezar
no es lo más adecuado.
La pareja en Thais (Foto; Snanislav Belyaevsky) |
CM: Fue esa misma lesión la que le impidió
bailar Onegin en Porta Ferrada, ese
verano en que el Ballet de Munich hizo una gira por España ¿no es así?
Efectivamente. Lo sentí mucho y espero que habrá una próxima
ocasión.
LlD: Hace unas semanas el coreógrafo Roland Petit nos ha dejado….
Sí, justo un mes. Recuerdo perfectamente la fecha ya que fue
el día de mi primer aniversario de casada. Me hallaba celebrándolo en un
precioso castillo de Baviera y me llaman para decírmelo. Fue terrible saberlo,
había hablado con Roland muy a menudo recientemente ya que estaba proyectando
un nuevo ballet. Se trataba de un proyecto común del que hablamos el pasado mes
de Marzo, cuando fui al Teatro San Carlos de Nápoles para bailar Romeo y
Julieta con Roberto Bolle y me lo comentó, era “El Gatopardo”. Hablábamos de ello casi cada semana y le sentía
realmente entusiasmado, en plena forma y con muchas ideas bulléndole en la
cabeza.
LlD: ¿Cree usted que hay una herencia Roland
Petit, una forma de trabajar específica de él?
Absolutamente. No es sólo que deje un legado, por mi parte
confieso que estoy convencida de que no sería la que soy, si no hubiese
conocido a Roland Petit. Pasé tres años
trabajando con él y eso es realmente un lujo… claro que bailo Balanchine pero
nunca trabajé con él, en cambio con Roland, estuve en el estudio, trabajando
sus ballets directamente. Roland era como un libro de danza abierto,
transmitiendo todas sus experiencias, esa pasión que tenía, esa disciplina,
hacía la barra él mismo, con ganas de estar en el escenario…Hicimos muchos
espectáculos juntos, Coppélia…
Incluso cuando yo ya estaba en San Francisco, continuamos trabajando juntos.
Bailé con el ballet Asami Maki: Pink Floyd, Duke Ellington, hacíamos muchas
giras y en 2004 creó su espectáculo biográfico Le Chemin de la
Création con el que hicimos una gira por Francia y era un
espectáculo en el que él estaba en el escenario durante tres horas, de forma
que nos contaba su vida, como empezó, la escuela, su primer ballet,
cronológicamente, hablando de sus ballets “fetiche” y había un fragmento en el
que había cinco bailarines y yo, cinco hombres y una mujer, era
un fragmento que él quiso mostrar… fue magnífico. Hicimos varios espectáculos e incluso
existe el DVD y se pasó por televisión. Siempre mantuvimos contacto, nos
sentíamos muy próximos. Hicimos la última gira en 2008, estuvimos aquí. Si no
hubiese pasado por Roland Petit no me habría descubierto a mi misma. Venía de
una compañía pequeña, la de Víctor Ullate, donde éramos pocos bailarines y
había limitaciones a nivel de repertorio, en cambio, cuando llegué a Marsella,
mi primer ballet fue ¡Notre Dame de
París! Asumí roles que eran enormes, Carmen, Le Jeune Homme, Rendez-vous, …
roles de mujer… y tener a alguien como Roland Petit que en todas las
entrevistas decía “es muy joven para los papeles que le doy pero tiene el
instinto perfecto, tiene el instinto para saber como interpretarlos aunque no
lo haya vivido”, tener a alguien como él que tenía tanta confianza en mí, me daba una fuerza
enorme… me permitió creer en mi misma y me dio fuerza para probar, para dejarme
ir, para hacer aquello en lo que creía sin miedo y yo confiaba tanto en él, que
al ver que él creía en mí, me permitió descubrir esta pasión que siento por la
interpretación, para meterme en la piel de un personaje. Esos tres años en Marsella
significaron un reto constante porque pasar de un papel a otro era enorme. No
se trataba de pequeños ballets en los que eres la pequeña bailarina bonita,
eran auténticos papeles de mujer en ballets completos, era magnífico es ahí
donde descubrí esa pasión por todo lo que es dramático.
LlD: Usted ha bailado mucho y muy variado pero ¿hay roles que le
gustaría bailar o papeles que le gustaría se crearan para usted?
Bueno, siempre hay roles o creaciones nuevas que un bailarín
pueda desear, pero no podría decirle ninguno específico, aunque estoy por
ejemplo muy ilusionada ahora mismo con la Fierecilla Domada
de Cranko que vamos a bailar la próxima temporada y que aún no he bailado.
Tengo ganas de hacerlo porque además soy alguien que se basa
sobre todo en las cosas posibles. Es curioso porque siempre me digo a si misma que
he nacido veinte años demasiado tarde. Me habría gustado vivir en esa época en
la que se creaban los roles como Romeo y Julieta, Onegin, la Dama de las Camelias. Creo
que habría sido inmensamente feliz entonces, cuando se cortaba un poco con la
danza clásica y la pantomima y se creaban papeles de mujer y de hombre
apasionados, con historias reales o no, pero de amor verdadero. Uno se mira y
se mira de verdad, no se trata solo de crear la ilusión, si no de hacerlo y es
esa época la que me habría gustado porque ahora más bien se trata de romper con
todo lo que se ha hecho para hacer algo nuevo y yo no creo que realmente haya
algo nuevo que crear. Hemos pasado por una época en la que se ha roto con todo
lo que es la belleza, el lirismo y la elegancia de la danza, para hacer las
cosas feas, raras, duras. Cortar con todo lo que había y a mi particularmente
eso no me gusta, claro que no soy objetiva ya que a mi me gustaría que se
crearan cosas que me gustara bailar, así que si debiera elegir un periodo, elegiría
la época en la que Cranko o Neumeyer con su Dama de las Camelias o Ilusión del
Lago de los Cisnes, creaban sus ballets, obras que te hacían sentir… Necesito
emoción, sentimiento, complicidad y en las nuevas obras eso no se encuentra…
CM: Cuando habla de
sentimiento y complicidad, imagino que bailar esos ballets dramáticos con su
marido debe ser especial…
Oh sí, es un verdadero placer, claro, además es un
partenaire inigualable, extraordinario, pero de todos modos puedo bailar con mi marido o con otro
bailarín sin necesidad de que haya una relación de amor porque puedo crear esa
relación en escena, crear emoción, estar triste, feliz, desgraciado, no
importa… me gusta cuando un coreógrafo me pide que transmita emociones y no
solamente pasos porque sí, puedes decir “oh eso está muy bien” pero al final me
cansa si es sólo eso.
CM: Y de la compañía
de Ángel Corella ¿qué piensa usted?
Bueno, es la primera vez que les veo en directo y claro en
los ensayos aún no puedes opinar demasiado, pero tengo muchas ganas de verles
esta noche ya que les veo super motivados, en plena forma y parece ser una
hermosa compañía.
CM/LlD: Ahora tenemos el Corella Ballet, una
compañía española en Peralada y José Martínez que asume la dirección de la CND, parece que el panorama de
la danza en España está evolucionando ¿Cuál es su punto de vista al respecto?
Estoy realmente feliz, muy feliz, de que sea José Carlos el
elegido. Sabía que había presentado el proyecto y había hablado con él, ya que le
conozco bien, antes de que lascosas se decidieran y ya le dije que esperaba que fuera él
ya que me parece el candidato idóneo.Tiene la edad perfecta, la experiencia, una carrera
ya hecha, plena, completa, en la Ópera de París y en este momento, dada la
situación que tenemos en España, se requiere alguien que esté 100% dedicado a
ello porque es necesario partir casi de cero, cambiarlo todo, darle la vuelta a
la tortilla. Después de veinte años de trabajo de Nacho, que por otro lado es lástima
lo que se ha hecho en España, porque no habría sido necesario hacerlo de esa
forma ya que Nacho había creado algo reconocido en el mundo entero.
Necesitábamos algo más, cierto, pero no había necesidad de romper con lo que se
había hecho. En España siempre se hacen las cosas de forma distinta, pero bueno
creo que José Carlos tiene los contactos necesarios, el carácter requerido, es
una persona muy justa, muy honrada, a la que le deseo realmente lo mejor y
pienso que lo hará muy bien.
LlD: ¿Y si la invita a bailar con su compañía?
Oh ¡aceptaría encantada!! De hecho ya se lo he dicho, lo
sabe. Me gusta mucho como
coreógrafo, no he visto sus Enfants du Paradis completo,
pero he visto fragmentos en Galas y encuentro que tiene muchísimo gusto, una
gran sensibilidad, y además se arriesga con sus historias, algo que valoro
enormemente y ya le dije que quería bailar su ballet pero es un poco difícil
con la Ópera, porque cuando un ballet es hermoso todas las bailarinas quieren bailarlo
pero ya me dijo que lo intentaría risas
… no, pero estoy contenta, sí.
LlD: Precisamente usted es muy querida en
Francia en general y en París en particular, el público siempre la aclama con
ocasión del "Ballet des étoiles du XXIè siècle" en el Teatro de los
Champs Elysées. Además en el Palais Garnier con Carmen (coreografiada por R.
Petit) y con José Martínez, y más recientemente en la Gala "Des étoiles pour
le Japon". Ahora se espera impacientemente su próxima aparición el próximo
mes de enero. ¿Cuales son sus recuerdos y sus impresiones de sus encuentros con
el público francés?
Sincera y simplemente, lo adoro. Para mi es algo realmente
especial estar en París y bailar allí. Para mi París es el súmmum de la danza…
incluso si no es en la Ópera, el hecho
de estar en París es ya algo fantástico. De hecho he tenido tres oportunidades
de bailar en la Ópera, la primera fue con Roland Petit cuando yo ya estaba en
San Francisco, invitada para bailar Carmen con José y ese es un recuerdo que
cito a menudo cuando me preguntan sobre algún momento especial en mi carrera,
porque realmente fue un regalo, si me hubiesen dicho cinco años antes que
llegaría a bailar Carmen con José Martínez, invitada por la Ópera de París, no
me lo habría creído… ¡París siempre es especial!
CM: Y desde el punto de vista personal, llevando ya un año de casada
¿se plantea usted ser mamá?
Ah sí, desde luego, me gustaría mucho. Estoy en ese momento
de la vida en el que hace ya tanto tiempo que estoy en escena, llevo tantos
años haciéndolo… Cuando eres más joven piensas que no puedes parar, que no
tienes tiempo de vivir, hay tantas cosas excitantes, nuevos proyectos, giras,
te invitan a galas muy interesantes a las que nunca quieres decir que no … La
lesión de la rodilla me hizo reflexionar mucho, ser madre es algo que una bailarina
alarga mucho porque siempre piensa que no es el momento, hay esto o lo otro, no
quieres perderte nada, piensas que no puedes permitírtelo, ni por ti ni por la
gente que cuenta contigo, pero de pronto te lesionas y te das cuenta que se te
sustituye rápidamente. No es que te olviden, pero otro toma tu lugar y el mundo
sigue girando y los espectáculos siguen haciéndose y entonces uno se da cuenta
de que tal vez ha puesto demasiado en espera la propia vida por un trabajo,
porque al fin y al cabo éste es un oficio. Para nosotros es
una pasión, nos parece que no podemos vivir sin bailar pero
a medida que pasan los años nos damos cuenta que la vida es algo más y vemos
que la vida continuará más allá del tiempo en que podamos estar en escena y
llega un momento en que una gira, sí, tienes ganas de hacerla, pero ya no es
tan emocionante como cuando empezabas que te sentías super feliz cuando te invitaban
para hacer una. Ahora te lo tomas de otra forma. Así que sí, estoy en esa
etapa, risas…
Acaba la entrevista
formal pero seguimos charlando distendidamente con Lucía, comenta divertida que
“es hija de su madre” y que habla por los codos y nosotros encantados ¡qué placer
oírla! ¡Que placer charlar con una bailarina exquisita a la que le apasiona
bailar pero bailar para transmitir emociones y ¡cómo lo consigue! Le comentamos
como nos ha emocionado en el ensayo, bailando Thais de Roland, con el que tuvo
esa gran complicidad y con el que estuvo en Peralada hace tan poco. Su
fragilidad, delicadeza, esa sonrisa, esa enorme felicidad de bailar y la suerte
que tenemos de verla con el magnífico Marlon ¡perfecta pareja! Confiesa y
reitera que lo que le apasiona es estar en el escenario bailando, sintiendo que
ese es el momento justo, perfecto, con todas esas emociones que salen y es maravilloso
“si un día tuviera que bailar teniendo todo eso dentro, no tendría placer en
hacerlo, simplemente haciendo movimientos me hago una barra y para mi es lo mismo”.
“Yo siempre he sido muy poco convencional respecto a la
mayoría de bailarines, siempre he trabajado muy duro pero para mí la técnica
siempre ha sido mi instrumento para poder expresarme después”. “La técnica por
la técnica nunca me ha interesado. Por eso siempre he tenido claro que nunca
querría dar clases, yo creo que en el momento en que tenga que dejar de bailar
puede que me dedique más a organizar o a dirigir pero lo que me apasiona es hacerlo
yo misma”. “Por ejemplo, los seis meses en que estuve sin bailar, no vi ni un
solo espectáculo, primero porque eran otras circunstancias y no sabía si iba a
poder volver a bailar”.
“Te operan y tienes la pierna como si fuera el tronco de un árbol
y luego se te queda como un palillo y la verdad es que uno se dice “yo aquí no
estoy segura de nada” “mis metas eran, andar, primero andar sin muletas, luego
andar sin dolor, luego poder subir una escalera, poder meterme el pantalón sin
tener que agacharme y meter el pie con la mano… así que bailar… me habría
dolido solo el pensar en bailar… y como
para mi es algo que siempre ha sido más que una necesidad, prefería ni oír, ni
ver. Podía hablar con mi marido sobre todo lo que hacían, pero no quería verles
porque sentía la necesidad de bailar yo misma y hasta que no estuviera segura
de que podría hacerlo, prefería mantenerme en un lugar neutro.Luego, una vez
que vi que, bueno, parece que no mentían cuando decían que se pondría en su sitio,
ahí es cuando me puse en una barra y sentí que volvía todo otra vez… Creo que me estaba protegiendo a mi misma en
el caso de que la decisión hubiera sido “tienes que parar” me estaba
defendiendo, diciéndome “puedes vivir sin bailar” puedes viajar, pasar tiempo
con tu familia, organizando las vacaciones y eso me ayudó mucho a recuperarme
muy rápido porque al fin y al cabo seis meses es poco tiempo si te han dicho
que antes de un año no estarás en el escenario y a los siete meses ya estaba
haciendo la Dama
de las Camelias que son tres actos.
De hecho saber que era la Dama de las Camelias me motivaba mucho por ese sentir
que os comentaba. Pero hasta el mismo día del estreno estaba a medias tintas ya
que había días en que me dolía tanto que no podía ensayar, así que era día a
día, ir viendo qué tal,
analizando el dolor y el trabajo y recuerdo el primer
espectáculo… estar en el escenario y tener esa sensación de que podía respirar
lo que no había respirado durante muchos meses, podía dejarme ir y sentir…
porque suelo hacer ballets que son abstractos pero siempre
intento meterle algo. Aunque sea muy abstracto, no puedo
estar completamente fría e
impersonal porque no soy yo”.
Le preguntamos si le
gustaría transmitir el legado de Roland Petit dado que ella lo ha vivido en primera persona y le hablamos de Dominique
Khalfouni para saber si trabajó también con ella. Lucía se emociona al oír el
nombre de la maravillosa bailarina francesa y comenta “no, no trabajé con ella
pero fue la inspiración más grande que he visto en mi vida. Cuando llegué a
Marsella y vi a esa criatura que es Dominique, caí en un estado de absoluta admiración
delante de ella, no solamente por el trabajo que hacía que era como música… Cuando
veías como ponía sus pies, sus brazos, y luego esa belleza que tenía, esa luz…
Yo estaba delante de ella y la seguía, la seguía por los pasillos” “Fue una
inspiración enorme porque yo no conocía una bailarina así hasta que llegué a Marsella.
Había visto bailarinas en vídeo, pero lo que uno recibía cuando veía a
Dominique de cerca, era algo enorme ¡me hizo descubrir tanto! Estaba como poseída
cuando estaba en escena, con esos ojos azules que parecían dos faros… era maravillosa… maravillosa…”
Seguimos aprovechando
la amabilidad de Lucía y le preguntamos por los bailarines catalanes Roser
Muñoz y Joan Boix quienes también estuvieron varios años con Roland en
Marsella. Lucía nos comenta que no coincidió con ellos puesto que se habían ido
ya cuando ella llegó, no obstante comenta que les conoce y que sobre todo con
Joan ha quedado varias veces cuando ha ido a bailar a Barcelona y sabe del
magnífico trabajo que están haciendo aquí.
Y en este punto nos despedimos agradecidos por ese fantástico
momento que hemos pasado con ella, esperando el momento en que podremos
disfrutar de su presencia en escena y empaparnos de toda esa oleada de
sentimientos que tan bien transmite y que nos llegan directamente al corazón.