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miércoles, 18 de diciembre de 2019

José Carlos Martínez: "Estoy en un momento muy 'happy' "

El coreógrafo en el Museo Reina Sofía de Madrid (Foto: L.R.)
Se siente como un niño, feliz de disfrutar de la "excitación" de nuevos descubrimientos. Después de su duelo al finalizar su etapa como director artístico de la Compañía Nacional de Danza, José Carlos Martínez se encuentra con una agenda repleta de proyectos artísticos hasta el verano de 2021 y aún le queda tiempo para ensayar y tomar clases. Su primera coreografía la veremos en el Concierto de Año Nuevo con los bailarines de la Ópera de Viena, después El Corsario para la Ópera de Roma y la Ópera de Liubliana, Giselle para Zagreb y su Escaramouche para la Escuela de la Ópera de París. No es de extrañar que diga que está en “un momento happy”.


Lola Ramírez

Yo también me siento “happy”, la verdad. Hacia tiempo que tenía ganas de entrevistarle y preguntarle cómo se sentía después de finalizar su contrato con  la Compañía Nacional de Danza. El otro día, viendo en el Teatro de la Zarzuela su Cascanueces, pensaba que este ballet lleva el elegante sello de  su coreógrafo. Y volví a pensar que tenía que localizarle y ver cómo iba su vida. Sin buscarlo, me lo encontré en el Teatro Real, donde asistió con otro grupo de profesionales a la presentación de la programación navideña de Televisión Española. La verdad es que, cuando a lo lejos lo divisé en medio de los populares de la tele, no me lo podía creer. “¿Aquel señor de allí, es José Carlos Martínez?”, le pregunté a una responsable de prensa que estaba a mi lado. “Pues sí”, me contestó. ¿Y qué hace aquí? “Es el coreógrafo del Concierto de Año Nuevo”. Pues vaya lujo para Televisión Española y para todos los que vemos ese concierto, le dije a mi colega.

Como suele suceder en estos eventos había un revuelo de famosos y prensa que me producen cierta desazón. Pero gracias a esa maravillosa compañera de la prensa me pude acercar al espacio vetado y concertar una cita con el ex director de la CND, antes de que comenzara la rueda de prensa.

Y aquí estamos, en una terraza de la cafetería del Museo Reina Sofía, hacieno caso omiso del chirimiri que cae intermitentemente y que a buen seguro es el responsable de que estemos prácticamente solos en la terraza, rodeados de árboles y plantas que nos hacen una silenciosa y relajante compañía. Situación ideal para sacar la artillería y empezar a curiosear en la vida de este cartagenero que durante unos cuantos años fue Étoile de la Ópera de Paris y al que la Compañía Nacional de Danza no supo, no pudo o no quiso renovar su contrato de director artístico algún año más. 

¿Qué ha sido de ti desde que dejamos de verte en la Compañía Nacional de Danza?
Mi primer trabajo fue este verano preparando la coreografía del Concierto de Año Nuevo. Me fui en agosto y estuve tres semanas preparando primero la coreografía y luego diez días de grabación para televisión. Coincidiendo con el 250 aniversario del nacimiento de Beethoven se utiliza por primera vez la música de este compositor. La actuación es en la Casa de Beethoven y como las habitaciones son muy pequeñas, se baila sobre todo en el jardín y en la terraza. La grabación se hizo a finales de verano. No es en directo porque no sería posible con el frio que hace ahora bailar en el exterior.

Cuando a José Carlos Martínez le propusieron algunas de “las 12 contradanzas de Bethoven”, lo primero que se planteó es qué iba a hacer. "Ni era música de ballet", ni la casa de Bethoven –donde se iba a ejecutar la danza- reune condiciones para bailar. “Es una casa de mil ochocientos y pico, con el suelo adoquinado; imposible bailar ahí con puntas”. Entonces, le dio la vuelta al asunto. “Como me gustan los musicales he montado una pequeña comedia musical, en la que unos turistas americanos en los años 50 van a Viena a visitar la Casa de Beethoven. Y luego hay otra parte del Concierto, en la que la compañía baila un vals de Strauss en el Palacio de Invierno del Principe Eugenio, que ahora es el Ministerio de Finanzas.

Y después del Concierto de Año Nuevo, ¿qué? 
Nada más terminar lo de Año Nuevo me fui a Roma a montar mi ballet de El Corsario para la Ópera de Roma que se estrena el 1 de Marzo. Después me voy a Liublania, en Eslovenia, que también hacen mi Corsario, el 9 de abril, y después empiezo a trabajar en mi versión de Giselle que se estrena el 13 de Noviembre en Zagreb. O sea que tengo un año con 3 coreografías.
José Carlos con los televisivos de la programación navideña en TVE (Foto: L.R.)
Vamos, que te espera una temporada movidita. Imagino que vas por libre.
Si, soy freelancer

¿Y te gusta?
Pues la verdad es que sí. Y, sobre todo que ha ido todo más rápido de lo que yo me esperaba. Pensaba que iba a haber un parón y que las cosas se irían poniendo en marcha poco a poco, pero la gente al ver que ya no estaba en la CND me ha empezado a llamar, pum, pum, pum y no he parado, porque después de Giselle ya vuelvo a hacer una cosa para la Escuela de la Ópera de París, un Ballet que hice en 2005, Escaramouche, y ahora quieren que lo reponga. Empiezo a trabajar con ellos en enero y febrero de 2021; es decir, tengo la agenda llena de coreografías hasta el verano de 2021.

No paras
Hay algunos momentos para descansar un poco, pero no paro.

¿Y cómo lo llevas?
Muy bien porque ahora tengo libertad para concentrarme en mis proyectos. No me he fijado metas, no he tenido tiempo. Cuando pensaba que no iba a hacer nada me han empezado a salir proyectos y estoy disfrutando como un niño. Ahora no tengo la presión de la compañía, de la gestión administrativa. Todo eso pesa y más aquí que hay que sobrevivir con poco dinero, sin tener teatro y todo eso que sabemos. Ahora estoy superlibre, nada más que disfrutando con la parte artística; estoy en un momento happy.

Feliz como una perdiz
La verdad es que sí, porque me meto en el estudio y puedo estar ahí trabajando horas, tengo tiempo de preparar el ensayo del día siguiente. Cuando el año pasado hice Cascanueces, venían y en medio de un ensayo me llamaban para hablar con alguien o ir al INAEM, me iba y al día siguiente volvía al ensayo. Ahora me meto en el estudio y esa es mi actividad principal; resulta  muy placentero poder trabajar de esa manera, estoy disfrutándolo mucho.

¿Esto es lo que te imaginabas cuando llegó tu final en la CND, o entonces lo viviste con tristeza?
Hay dos sentimientos distintos. Por un lado he vivido una especie de duelo al dejar la CND después de haberme involucrado mucho en el proyecto y sentir que podía seguir avanzando. El dejar a la compañía en un supernivel y con la sensación de que podía avanzar todavía más, me dio un poco de pena. Cuando hace unos días fui a ver Cascanueces, dije, ¡uy , que bonito es esto!, pero pensé en todas las cosas que podíamos haber hecho además. Por ejemplo en la Giselle que voy a hacer en Zagreb. Lo hubiera podido hacer aquí con los bailarines de la CND. Pero, por otro lado, la parte positiva es la libertad de quitarme la presión del trabajo administrativo o de gestión de una compañía. A mí lo que me gusta es la parte creativa, lo que se desarrolla en el estudio. Dirigir es fenomenal, pero lleva implícito una serie de problemas y decisiones en los que la parte artística no existe. Ahora llego a una reunión de producción en Roma y si hay un problema con los montajes no es mi problema. Si puedo echar una mano, la echo, pero eso lo tienen que solucionar ellos. Yo estoy en la parte creativa solamente.

¿Qué pasó con aquella historia de Japón que os multaron por bailar al margen de la compañía?
Si, hubo como un expediente informativo, pero al final se quedó en nada. Salió en la prensa y se malinterpretó la cosa. Yo le di permiso a los bailarines para que fueran a bailar a Japón y creo que algún técnico de la compañía avisó a los sindicatos diciendo que yo estaba organizando giras digamos ocultas, que me llevaba a los bailarines de gira sin llevarme a los técnicos. Pensaron que eso era una gira de la CND, cuando en realidad no lo era. Se malinterpretó la realidad que en suma se reducía a que me pidieron nombres de bailarines para hacer una gala, como si yo ahora organizo una gala en Murcia y van bailarines. La cuestión es que se malinterpretó y se creó una cosa fea, pero al final no pasó nada. Una amonestación por escrito diciendo que la próxima vez había que avisar al INAEM con antelación. El problema principal al final es que yo había prestado dos trajes a dos bailarines de Cascanueces para que bailaran y que no les había cobrado el alquiler. Yo pienso que son ganas de perder el tiempo, como decir que habían bailado las coreografías del INAEM sin el permiso del INAEM. Yo soy el director de la compañía y por tanto formo parte del INAEM y doy el permiso. En resumen fue un momento desagradable más que otra cosa, pero no ha tenido ninguna incidencia en nada, ni para los bailarines ni para mi.
"Happy" como un niño y libre como el viento (Foto: L.R.)
Ahora José Carlos es un freelancer y no tiene a nadie que le lea la cartilla, simplemente las compañías contratan su trabajo como coreógrafo, hoy aquí, mañana en Roma y dentro de unos meses en Zagreb, Liublania o París. A él parece que no le estresa eso de enfrentarse cada poco a una compañía distinta. “Es interesante” —afirma— vas viendo tu coreografía interpretada por bailarines diferentes, vas viendo como ellos entienden tu trabajo y al final te hace evolucionar. Mientras que trabajar siempre con los mismos bailarines es muy positivo porque vas sobre seguro, los conoces y sabes qué va a hacer cada uno de ellos, con los bailarines nuevos no sabes qué va a suceder y qué vas a poder hacer. Y en ese descubrimiento hay como una especie de excitación, como cuando inicias una relación de pareja que todo va mucho más rápido y es muy positivo también. A lo mejor a la larga puedes llegar a cansarte de volver al principio siempre, pero por ahora está siendo interesante.

"Antes bailaba con mi cuerpo y ahora bailo con el cuerpo e 50 bailarines"

¿Bailas alguna vez?
Si, bueno, en escena todavía no, pero ahora, este mes que he estado en Roma, tengo tiempo y he empezado a entrenarme. Y hago clase y veo a los bailarines a la vez en clase cómo se mueven para ensayar luego. Sin querer me he puesto un poco en forma porque, claro, he estado tomando clase un mes. Como tengo que mostrar la coreografía para que vean lo que estás haciendo, entonces al final me voy entrenando.

¿Añoras escenario?
No, el escenario no. 

Después de tantos años bailando y más en tu caso que has sido “Etoile” de la Ópera de París…
Es que he bailado muchísimo y he bailado muchas cosas. La necesidad de estar en el escenario la he cambiado por la necesidad de coreografiar. Yo hago clase y estoy bailando en el estudio y estoy muy feliz. Podría bailar en escena, no me molestaría, pero no tengo la necesidad.

Supongo que son dos actividades artísticas diferentes, una es crear y la otra ejecutar lo que ha parido el creador, pero me imagino que la creación es más una labor en la sombra, aún en el caso de que permanezca en el tiempo y trascienda, pero supongo que estar interpretando una obra en el escenario y recibir el calor del público es muy fuerte .
Si, si, total, pero gracias a tu trabajo haces que otros bailarines puedan vivir eso, es decir, mi coreografía. La bailan los bailarines y yo estoy viendo cómo la interpretan, cómo van creciendo; es muy interesante igualmente. Yo digo que antes bailaba con mi cuerpo y ahora bailo con el cuerpo de 50 bailarines en la CND o de 70 cuando voy a Roma. Porque yo les voy diciendo cómo hacerlo, les hago que trabajen y que bailen. Y yo me siento y veo los movimientos que he creado, entonces es como que, sin hacer el esfuerzo físico, estoy en cierta manera bailando. Por eso no lo echo de menos.

¿Normalmente haces adaptaciones coreográficas o también haces coreografías totalmente nuevas?
Lo de El Corsario es absolutamente nuevo; es clásico pero es totalmente nuevo. Y en este Cascanueces el 90 por ciento de la coreografía es nueva. Lo que sigo es el orden y el argumento, pero los pasos y la coreografía son totalmente nuevos.

¿Has hecho algo moderno?
Todavía no, pero estoy en ello. En El Corsario ya estoy metiendo en algunos momentos cosas diferentes, los bailarines en Roma se quedan un poco sorprendidos, “pero, esto ¿qué es?”, preguntan. Y yo les digo, vale, vale, vamos a empezar a evolucionar. Creo que la técnica clásica es la que mejor domino y que siempre habrá una base clásica en mis coreografías, pero es verdad que al ir haciendo más coreografías te vas liberando y tienes ganas de experimentar cosas nuevas

Viajas mucho, supongo, pero tienes tu cuartel general en Madrid…
Sí y lo único es que por ahora no estoy nunca. Ahora, hasta abril, me voy. Vengo a cambiar la maleta, veo si está todo bien en casa y me vuelvo a ir.

¿No te cansa eso de andar de un lado para otro con la mochila a cuestas?
Es una nueva experiencia, con la CND girábamos mucho, pero íbamos y veníamos. Ahora me he instalado en Roma un mes, tengo tiempo de descubrir la ciudad, los domingos cuando no ensayo voy por ahí de paseo. A mí me gusta. Con el tiempo no sé, a lo mejor un año va a ser mucho, ahora tengo Roma y Liublania, luego vengo aquí un par de meses y me vuelvo a Zagreb, no sé qué sentiré, pero de momento me gusta.