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miércoles, 15 de abril de 2015

Entrevista a Ada González y Júlia Roca

Ada y Júlia en su época de estudiantes del CDC.

Ada González y Júlia Roca, dos jóvenes bailarinas catalanas formadas en el Centre de Dansa de Catalunya (CDC) que dirigen Joan Boix y Roser Muñoz, bailaron en Barcelona, su ciudad, invitadas para la Gala de clausura del Certamen Internacional de Danza Ciutat de Barcelona y charlaron con nosotros. 

Carolina Masjuan 

Ada es bailarina principal en el Ballet de Sibiu, Rumanía, Júlia es bailarina en la Companhia Nacional de Bailado con sede en Lisboa. Dos jóvenes con gran talento que sólo tienen palabras de elogio para la escuela en la que se formaron y sus dos directores, Joan Boix y Roser Muñoz, en la que Roser fue su  mentora y a quien responsabilizan de haberles inculcado su gran amor por la danza y haber provocado su decisión de querer ser bailarinas. 

Ada en Giselle. Foto: Ovidiu Matiu
Ada empezó en la escuela Company & Company dónde hacía diversos estilos de danza y cuando Joan y Roser fundaron su escuela, el CDC, se fue con ellos para seguir formándose y convertirse en una bailarina clásica “con doce o trece años aún no sabes exactamente qué significa ser una bailarina, es al ir madurando cuando te das cuenta de ello y puedes decidir si realmente es lo que quieres y si te encuentras con alguien como Roser, que sabe transmitirte todo su bagaje y sobretodo su amor por este Arte, la decisión de bailar se transforma en algo casi instintivo, como si no se me hubiera dado elección” afirma.  

Júlia empezó en el Oriol Martorell, audicionó para el Institut del Teatre y la cogieron, pero tras algunos cursos, en el verano entre cuarto y quinto curso de grado medio, decidió ir al curso de verano en Company & Company donde impartían clases Roser y Joan, y de ahí quiso quedarse con ellos porque en el Instituto no se sentía estimulada, “ninguna de mis compañeras pensaba seriamente en ser bailarina, estuve casi a punto de dejar la danza, así que decidí ir a Company & Company y de ahí al CDC y en el CDC no puedes dormirte, Joan y Roser te dan mucha caña y si quieres convertirte en bailarina eso es lo que necesitas” comenta entre risas. 

Julia en Cascais. Foto: Leandro Araujo
Así que parece que el CDC y sobre todo en su caso, Roser Muñoz, bailarina estrella de varias compañías europeas: Roland Petit, Ballet de Toulouse y sobre todo el Ballet de Liepzig, donde fue musa del coreógrafo y director Uwe Scholz, es la responsable de que para suerte nuestra, ambas decidieran dedicarse a la danza. Por cierto, justo después del Certamen, Roser se desplazaba a Madrid para montar una pieza de Uwe para la Compañía Nacional de Danza que dirige José Carlos Martínez. 

En el CDC se fomenta la participación a concursos, ambas ganaron, entre otros, una edición del Certamen Internacional de Danza Ciutat de Barcelona, que ahora las ha invitado ya como artistas profesionales, para representar a la danza catalana en la gala de clausura. Consideran que aunque no es imprescindible presentarse a concursos para convertirse en bailarín profesional, sí que eso te obliga a prepararte a fondo con una variación, te permite pisar escenario, valorarte, compararte y darte cuenta de cuáles son tus puntos fuertes y débiles, ensayar más y apreciar el nivel que existe en otros países, lo cual siempre es bueno y "sirve de estímulo externo cuando a veces pierdes la motivación", nos comenta Ada. 

Júlia se muestra de acuerdo y añade que son pequeños escalones que uno va subiendo para conseguir su objetivo, un concurso, otro, esta vez con más nivel, un festival, una actuación del curso de formación, pequeños avances hasta tener el nivel necesario para poder audicionar. “La participación a concursos motiva para trabajar, hace que tomes responsabilidades, aunque también te  pueden frustrar, pero a la vez te hacen más fuerte” afirma. 

Ada y Stefan Mester en El Corsario. Foto: Ovidiu Matiu

Hablando de audiciones sus experiencias no podían ser más distintas. Ada realizó nueve en tres meses antes de que la contrataran. Nos confiesa que cada “no” significaba una profunda decepción, además del gasto en unos viajes que llevaban a ninguna parte. Al final mediante un mail y un video obtuvo su primer contrato en la segunda compañía más importante de Rumania, el Ballet de Sibiu –la primera es la nacional que dirige el bailarín danés ex estrella del Royal Ballet, Johan  Kobborg-. 

Júlia, en cambio, se desplazó a Amsterdam para audicionar para el HET y aunque no obtuvo contrato para esta compañía, la vio la directora de la Companhia Nacional de Bailado de Lisboa y le ofreció un contrato temporal allí para su ballet de la Bella de Ted Brandsen (Director del Het), que se iba a representar en breve. También había audicionado para el ballet de Lituania dónde también la cogían, pero optó por el Ballet Nacional de Portugal en el que ese contrato temporal se convirtió en fijo al poco tiempo. O sea, que sus dos únicos intentos tuvieron resultado positivo. 

Júlia Roca. Foto: Alexandre Cabrita
“El caso de Júlia no es lo habitual” comenta Ada, “lo normal es que te dejes la piel audicionando y que el contrato tarde mucho en llegar” afirma, y añade “con esto no quiero sacar ningún mérito a Júlia, al contrario, es una gran trabajadora y luchadora que tuvo la suerte que merecía, pero sí que es verdad que es muy difícil conseguirlo a la primera”.  “Audicionar es un proceso muy duro, tú lo único que deseas es encontrar un sitio donde seguir formándote y crecer, porque aún queda mucho camino y cada negativa es como descender un poco en tu propia valoración” añade. 

Ahora mismo ambas están muy contentas y agradecidas con sus respectivas compañías. Ada se ha convertido en una estrella en Sibiu donde está teniendo magníficas oportunidades. Todos los roles principales del repertorio clásico los está bailando de forma ininterrumpida "es muy cansado y a veces no te sientes a la altura, pero te da la experiencia para mejorar en tu siguiente espectáculo, no puedes querer ser perfecta a la primera, aunque es bueno intentarlo" comenta con esa convicción y claridad de ideas que sorprende en alguien tan joven. Y es que en poco más de un año ha bailado Giselle, Odette/Odile, Aurora, Kitri y ahora Lisa en la Fille Mal Gardée

“Es lo bueno que tiene estar en una compañía pequeña, tienes muchas más oportunidades y aunque no es la principal de Rumanía, bailamos mucho y tiene mucho reconocimiento en el país”. Ada nos explica que la adaptación a Rumanía, sus costumbres y su lengua, en la que ya se defiende muy bien, y a la compañía, ha sido mucho más fácil gracias al apoyo de su pareja, el bailarín rumano Stefan Meşter, pareja profesional y también sentimental de la bailarina, que la ha ayudado en todos los sentidos, “también en el tema de la dieta, algo con lo que siempre he tenido ciertos problemas” confiesa. Además se da la circunstancia de que Mester, quien ya llevaba dos temporadas en el Ballet de Sibiu cuando ella llegó, tiene familia afincada en Barcelona. 

Ada en Carmen. Foto: Ovidiu Matiu
Siempre se está  abierto a ofertas, pero hay aún mucho trabajo por hacer y donde están, van progresando mucho, consolidando su técnica, ampliando su repertorio y creciendo como artistas. Se sienten muy a gusto así que “abiertas a ofertas que puedan llegar sí, pero de momento muy felices de estar donde estamos” exclaman satisfechas. 

Júlia, que también domina ya el portugués, se muestra así mismo muy contenta ya que tiene muchas oportunidades y aunque no los baile en el escenario, también ella aprende los roles solistas de los principales ballets de repertorio y muchas obras contemporáneas. Ha sufrido alguna lesión que la ha obligado a mantenerse apartada del escenario durante un mes, de hecho a principios de marzo tuvo que dejar la escena porque se rompió un dedo del pie. Sólo había tomado cuatro clases antes de bailar ahora en Barcelona y a su favor tenemos que decir que su interpretación de Myrta nos cautivó. Si ya en la primera pieza neoclásica (Modern coreografia propia, con música del pianista Massimiliano Greco) demostró una solvencia técnica fuera de toda duda, supo dar a Myrta toda la prestancia de la Reina de las Willis, sus pequeños grand jetées sumamente ligeros, su perfecta posición del torso y sus equilibrios, nos brindaron una Myrta muy representativa de lo que se espera de este personaje. 

Ada por su parte bailó, junto a su apuesto Don José, Stefan Meşter, claro, un paso a dos de la versión de Carmen del coreógrafo rumano Adrian Mureşan. La verdad es que por lo que vimos en este paso a dos, nos quedamos con ganas de ver el ballet completo. Ada estuvo sensual y provocativa, Don José como no podía ser de otra forma, totalmente cautivado. Un paso a dos con unos portés muy bonitos y muy bien ejecutados, que se llevó una gran ovación. La otra intervención de la pareja fue el paso a dos del cisne blanco de El Lago de los Cisnes, muy bien bailado e interpretado, junto con su Siegfried, de nuevo Stefan Meşter. Ada, por suerte, es resistente y no ha sufrido lesiones serias, alguna tendinitis, pero en general se considera muy afortunada en este sentido. 

Julia como Medora. Foto: Gina Nunura

El repertorio preferido de ambas bailarinas es el clásico puro, “por su belleza y perfección, pero también hay que ser realista y asumir que es el que más castiga”. “Tras una buena carrera, la opción de piezas neoclásicas puede ser también muy gratificante ya que hay obras preciosas en ese estilo, y sigue siendo ballet, que es para lo que hemos sido más entrenadas” comenta Ada. “Para mí el ballet es una forma de arte única. Se pueden decir cosas a través del ballet, que nunca podrían expresarse con palabras, el ballet tiene la habilidad de sensibilizar a las personas a un nivel muy profundo. En cierto modo, el ballet ahora es más valioso que nunca”. “Hoy en día todo pasa muy rápido y la vida está tecnológicamente sobrecargada. Las personas están constantemente mirando el ordenador, en las redes sociales y utilizan sus teléfonos para entretenerse. Pero ir al teatro a ver un ballet es único, ya que es completamente en vivo y en el momento, sin filtros; es real y tangible” comenta Julia con pasión.

Respecto a sus respectivas experiencias en Portugal y Rumanía, Júlia se siente muy satisfecha en Portugal porque se potencian mucho las artes. La compañía está subvencionada y nadie se lo cuestiona, aunque claramente se note la crisis, se da a la cultura la importancia que merece y los portugueses se sienten muy orgullosos de tenerla y la siguen con mucho interés. 

Ada en Odile con Mircea Mintenau. Foto: Ovidiu Matiu 
En cuanto a Rumanía, Ada se erige con decisión como defensora a ultranza de este país, bastante, por no decir, muy, desconocido por la mayoría de españoles y que se suele asociar a un país de gitanos. “Pues NO”, dice Ada, “es un país con mucha cultura y cuyos habitantes la defienden y la reivindican”. “Hay siete compañías de danza, con eso te lo digo todo y ¿qué tenemos aquí? ¿de qué podemos enorgullecernos nosotros? Yo diría que tenemos una compañía y media en Madrid, el proyecto de los Ballets de la Generalitat Valenciana y punto” afirma contundente. “La de Sibiu es la que estaría en segundo lugar en Rumanía, no se puede comparar con la primera que es la famosa, pero es una buena compañía que da trabajo a los bailarines de allí y brinda oportunidades a otros” afirma. 

De Cataluña y el Liceu prefieren no hablar tal es su descontento e indignación. No entendemos cómo no hay una compañía de ballet donde los bailarines de aquí tengan la opción de quedarse si lo desean. Hay tradición en danza, pero se desconoce y parece que no interesa que se sepa o incluso los responsables culturales no saben acerca de ello. Tiene que haber un Ballet de Barcelona, lo reivindicamos. “Yo estuve en las filas del Ballet de Barcelona de Ángel Corella, con su Lago de los Cisnes en el Liceu y en su gira americana y fue una experiencia maravillosa. Todos soñábamos en que la compañía se consolidara y permaneciera. No se entiende que no supieran valorarla y que no tengamos nada, ni se lo planteen de ninguna forma” afirma Júlia. 

“La gente en general piensa que aquí no somos buenos en ballet, creen que solo lo de fuera es bueno y que
Júlia en una foto de estudio.
Foto: Rodrigo de Souza
es más seguro que los ballets extranjeros vengan, porque en España solo somos buenos en futbol y algún que otro deporte más... (pongo por ejemplo una vez que asistí a El Lago de los Cisnes representado por 'El Ballet Ruso' y tristemente, fue horrible de ver, pero como es extranjero piensan que tiene que ser bueno y hay público que no entiende pero que quiere ver ballet y ve lo que le dan, y ¿por qué no tener un ballet que presente un repertorio variado y constante en Cataluña?) , hay un gran desconocimiento del nivel y la cantidad de buenos bailarines que han habido y están habiendo en España. Una pena no ser reconocido en tu propio país” comenta Júlia con tristeza.

Bailarines que les inspiran y a quienes admiren….. “ufff son tantas las bailarines que me gustan, cada una por una cosa distinta” comenta Júlia. Pero hay un nombre que sobresale por encima de todos y en el que coinciden: Marianela Nuñez, “por su enorme calidad artística, desde luego, pero también por su accesibilidad y humildad” nos dice Júlia. Ada especifica: “para mí Marianela, aparte de romper con unos cánones físicos que parece que se apoderan del mundo de la danza últimamente, y su técnica impecable, me cautiva por como ha hecho cada rol clásico tan suyo, como ha dotado de una nueva personalidad a cada rol principal, y me parece muy bonito que alguien, después de tantos años de tradición, haya innovado en cada rol y pueda servir de inspiración a nuevas bailarinas para que creen su propia personalidad al bailar cada ballet, en lugar de copiar la una de la otra”. “Es un ejemplo en todos los sentidos” concluyen. 

Hablamos del IBStage, de la impresionante ocasión que significa para los jóvenes aspirantes a bailarines y la repercusión que supone para Barcelona. Comentamos el hecho de que Marianela probablemente repita en la Gala de este año y ambas se entusiasman, aunque en esas fechas normalmente no les es posible desplazarse a su ciudad. 

Ha sido un placer charlar con ellas y sobre todo verlas bailar en Barcelona, donde no tienen muchas oportunidades de hacerlo. Sus respectivas compañías hacen algunas giras, o lo intentan en el caso del ballet de Sibiu, ya que la última al final no pudo realizarse, pero de momento no hay ninguna previsión de que así sea. Pensamos en Terrassa y su magnífica y longeva temporada de danza, o en Sant Cugat… ¿por qué no? 


Muchas gracias a ambas y esperamos que ¡hasta pronto!